sábado, 19 de septiembre de 2015

Parte 12: LAS PIRÁMIDES DE DIOSES Y REYES (Escalera al Cielo)










Escalera al Cielo (segundo libro).
Parte 12: Las Pirámides de Dioses y Reyes.
ZECHARIA SITCHIN
1980, Nueva York, USA.








En algún lugar en los depósitos del Museo Británico está guardada una tabla de arcilla encontrada en Sippar, el "centro de culto" de Shamash en la Mesopotamia. 

El dibujo muestra a Shamash sentado en un trono, bajo un dosel cuyo pilar tiene la forma de una palmera.




Un rey y su hijo están siendo presentados a él por alguna otra deidad. 

Delante de Shamash hay un pedestal encimado por un gran emblema de un planeta que emite rayos. 

Las inscripciones invocan al dios Sin (padre de Shamash), al propio Shamash y a Ishtar, su hermana.

El tema mostrado - la presentación de reyes y sacerdotes a una deidad importante - es bastante común y no requiere grandes interpretaciones. 

Lo singular e intrigante en esa escena son los dos dioses casi sobrepuestos que, en algún lugar alejado del lugar donde está aconteciendo la presentación, sostienen dos cordones que llevan el emblema celestial.

¿Quién son los divinos portadores de los cordones? 

¿Cuál sería su función? 

¿Ambos están en un mismo lugar? 

Si están, ¿por qué cogen o estiran dos cordones y no sólo uno? 

¿Cual es la conexión de ellos con Shamash?

Sippar, como los estudiosos bien saben, era la sede del Supremo Tribunal de la Sumeria. 

Por consecuencia, Shamash era el supremo legislador. 

Hamurabi, el rey babilonio famoso por su código, se hizo retratar recibiendo las leyes de Shamash entronizado. 




¿La escena donde aparecen los Divinos Portadores también estaría conectada a una entrega de legislación? 

A pesar de muchas especulaciones, hasta hoy nadie consiguió dar una explicación completa para esa tabla.

La solución, creo, está disponible desde hace mucho tiempo en el propio Museo Británico, ella no se encuentra entre las piezas "asirias", pero sí en el departamento egipcio. 

En un salón especial se encuentra una colección de papiros con inscripciones del Libro de los Muertos. 






Y es allá que está, para que todos la vean, la respuesta que buscamos.

Se trata de una página de los "Papiros de la Reina Nejmet" y el dibujo ilustra la etapa final del viaje del faraón para el Duat. 

Los doce dioses que estiran su barco por los túneles subterráneos lo transportan hasta el último pasillo, el Lugar del Ascenso, donde el "Ojo Rojo de Horus" lo aguarda. 

Allí, después de desnudar sus ropas terrenales, el faraón subirá a los cielos. 

Esa translación está expresada por el jeroglífico del escarabajo ("renacimiento").

Varios dioses, en pie, divididos en dos grupos, rezan por la llegada exitosa del faraón a la Estrella Inmortal.

Y en ese dibujo egipcio, inconfundibles, están dos Divinos Portadores del Cordón!

Sin el exceso de figuras de la descripción encontrada en Sippar, la del Libro de los Muertos muestra a las deidades que sostienen el cordón colocadas en extremidades opuestas. 

Ellos están fuera del pasillo subterráneo y en los lugares donde se encuentran existen omphalos sobre una plataforma. 

Y, como nos transmite la acción del cuadro, los dos ayudantes divinos no sólo sostienen los cordones sino están dedicados a medir.

Ese descubrimiento no debe ser sorpresa para nosotros.

Finalmente los versos del Libro de los Muertos describen claramente como el faraón encuentra a los dioses que sostienen la cuerda en el Duat y los que "sostienen el cordón de medir".

Recordemos ahora un pasaje del libro de Enoc, donde se cuenta que, cuando él estaba siendo llevado por un ángel para visitar el paraíso terrestre en el este, "vio en aquellos días dos largos cordones que eran entregados a ángeles que tomaron alas y partieron para el norte". 

Respondiendo a las preguntas del patriarca, el ángel-guía explicó: 

"Ellos partieron para medir...
traerán las medidas de los justos para los justos... todas esas
medidas revelarán los secretos de la tierra".

Seres alados yendo hacia el norte con la intención de medir... 

Medidas que revelarán los secretos de la Tierra... 

Súbitamente, las palabras del profeta Habacuc resuenan en nuestros oídos - palabras que describen la aparición del Señor que, venido del sur, se dirige hacia el norte:

El Señor del sur vendrá,
El Santo del Monte Parán.
Los cielos están cubiertos por su halo,
Su esplendor envuelve la Tierra;
Su brillo es como luz.
Sus rayos emanan de donde su poder se esconde.
La Voz va delante de él, centellas emanan de la parte inferior.
Él hace una pausa para medir la Tierra;
Él es visto y las naciones se estremecen.

¿Estarían la medición de la Tierra y sus secretos relacionados con los vuelos de los dioses en el firmamento de nuestro planeta?

Los textos ugaríticos nos dan una pista adicional cuando cuentan que, del pico de Zafon, Baal "extiende un cordón fuerte y flexible para los cielos, hasta la sede de Cades".

Siempre que esos textos cuentan sobre mensajes de un dios para otro, el verso se inicia con la palabra "Hut". 

Los especialistas creen que ella debía ser un prefijo de invocación, algo cómo "¿usted está dispuesto a oírme?" 

Sin embargo, en las lenguas semitas, Hut significaba "cordón, cuerda". 

En egipcio, lo que es bastante significativo, el término se traduce por "extender, estirar".

Heinrich Brugsch, comentando un texto egipcio que relata las batallas de Horus (Die Sage von der geflügten Sonnensche ibe) destacó que Hut también era el nombre de lugares geográficos - tanto de la morada de los Medidores Alados como de la montaña donde Set aprisionó a Horus.

En la representación egipcia, vemos que existen omphalos o "piedras de oráculo" en el lugar donde están posados los Divinos Medidores. 

En Baalbek también había un omphalos, "una Piedra del Esplendor", que ejecutaba las funciones de Hut. 

En Heliópolis, ciudad gemela de Baalbek, también existía una de esas piedras. 

Recordemos que Baalbek era la Plataforma de Aterrizaje de los dioses. 

Los cordones egipcios llevaban al lugar elevado del faraón situado en el Duat. 

El Dios bíblico, llamado "EL" por Habacuc, medía la Tierra mientras volaba del sur para el norte.

¿Todo eso será sólo una serie de coincidencias o varias piezas de un rompecabezas?

Ahora volvamos al dibujo de Sippar. 

"Él" deja de ser un misterio cuando nos acordamos de que en épocas pre-diluvianas, cuando la Sumeria era la Tierra de los Dioses, Sippar era el espaciopuerto de los Anunnaki y Shamash, el comandante de la instalación. 

Visto bajo ese prisma, el papel desempeñado por los Divinos Medidores queda esclarecido: sus cordones medían el camino hasta el espacio-puerto!

Será útil recordar ahora cómo fue fundada Sippar, cómo se determinó la localización del primer espacio-puerto de la Tierra hace cerca de 400 mil años.

Cuando Enlil y sus hijos recibieron la encomienda de construir un espacio-puerto en la llanura entre los Dos Ríos, en la Mesopotamia, ellos partieron de un plano regente, comprendiendo la elección de un lugar adecuado para el espaciopuerto en sí, la determinación del corredor de vuelo y el posicionamiento de las instalaciones de orientación y control de la misión. 






El plan usó como referencia básica el accidente geográfico más conspicuo del Oriente Medio, el monte Ararat, que fue cortado por un meridiano, una línea imaginaria norte-sur.

La trayectoria de vuelo, comenzando sobre el golfo Pérsico, muy distante de las cadenas de montañas del continente, quedó demarcada en el ángulo fácil y preciso de 45 grados en relación al meridiano. 

El espacio-puerto - Sippar ("La ciudad de los pájaros") - quedaría en el punto donde las dos líneas se cruzaban, en los márgenes del río Eufrates.

Cinco ciudades, equidistantes entre sí, fueron colocadas sobre la línea diagonal, con la inclinación de 45 grados. 

La del medio - Nippur ("El lugar de la travesía") - serviría como Centro de Control de la Misión. 

Otros dos poblados determinarían la formación de un pasillo en forma de flecha. 

Todas las líneas imaginarias pasando por esas ciudades convergirían en Sippar.

Sin embargo, todo el complejo del espacio-puerto y ciudades auxiliares fue arrasado por el diluvio, hace cerca de 13 mil años.

Después de la catástrofe, de las instalaciones de los Nefilim sólo quedó la Plataforma de Aterrizaje de Baalbek y, mientras no se construyera un nuevo espacio-puerto, todos los aterrizajes de despegues de los autobuses espaciales tenían que ser hechos en aquel lugar. 

No sería correcto que imaginemos que los Anunnaki se contentarían en alcanzar esa plataforma hilada entre dos cadenas de montañas confiando únicamente en su pericia como pilotos. 

Lo más probable es que, así como fuera posible, ellos demarcaron otro corredor de aterrizaje en forma de flecha apuntando hacia Baalbek.

Con el auxilio de fotos de la Tierra tomadas por vehículos espaciales de la NASA, podemos visualizar el Oriente Medio como los Anunnaki lo veían desde sus naves.

Allá, en un punto muy al norte, estaba Baalbek. 

¿Qué marcas naturales ellos podrían utilizar como porterías, determinando un corredor de aterrizaje triangular? 

Muy cerca, al sudeste, se elevaba el macizo de granito del sur de la península del Sinaí.

Entre la masa de rocas, se erguía el pico más alto (actualmente llamado monte Santa Catalina), que podría servir como una portería natural, formando la línea sudeste. 

Pero, ¿cual sería la marca al noroeste, que junto con Baalbek formaría la otra línea del triángulo?

A bordo de la nave, el Topógrafo - el "Divino Medidor" - lanzó una mirada para el panorama terrestre al frente y después estudió nuevamente los mapas. 

A la distancia, además de Baalbek, se erguía el Ararat con sus dos picos. 

Él trazó una línea recta uniendo el Ararat y Baalbek, y prolongándose hasta Egipto.

Enseguida, el Topógrafo cogió un compás. 

Colocando la punta seca en Baalbek, para usarla como foco, y diseñó un arco pasando por el pico más alto de la península del Sinaí. 

Al punto donde el arco cortó la línea Baalbek-Ararat, él hizo una marca cualquiera, por ejemplo, una cruz dentro de un círculo. 

Entonces diseñó dos líneas de igual largura, una conectando Baalbek con el pico del Sinaí y la otra conectando Baalbek con el punto marcado por la cruz.

- Ese será el pasillo de aterrizaje que nos llevará directo para la plataforma - dijo el Topógrafo- 

Pero, señor - protestó alguien a bordo -, no existe nada en ese lugar donde diseñó la cruz, ninguna marca natural que pueda servir de portería para orientar a nuestros pilotos!

- Entonces tendremos que construir una montaña artificial, una pirámide, en aquel lugar.

Y ellos partieron para comunicar la decisión a sus superiores.






¿Será que hubo una conversación como esa dentro de una de las naves de los Anunnaki? 

Claro que jamás podremos tener la certeza, a no ser que un día se encuentre una tabla de arcilla donde haya sido registrado el evento. 

Yo solamente dramaticé algunos hechos impresionantes e innegables!.

La plataforma de Baalbek, inigualable, está desde tiempos inmemoriales y continúa intacta en su inmensidad enigmática.

El monte Santa Catarina, el pico más alto de la península del Sinaí, es considerado un lugar sagrado desde la Antigüedad (junto con su vecino, el monte Musa) y siempre estuvo envuelto en leyendas sobre dioses y ángeles. 

La Gran Pirámide de Gizeh, junto con sus dos compañeras y la Esfinge son monumentos sin igual en el mundo y están situados exactamente sobre la prórroga de la línea Ararat-Baalbek. 

Las distancias entre Baalbek y el monte Santa Catalina y entre Baalbek y la Gran Pirámide son exactamente iguales (650 kms).

Esos cuatro ítems son sólo parte de una impresionante parrilla de orientación elaborada por los Anunnaki en conexión con su espacio-puerto post-diluviano. 

Por lo tanto, si aquella conversación a bordo de la nave haya o no acontecido, estoy convencido de que fue así que surgieron las pirámides de Egipto.

Existen muchas pirámides y estructuras piramidales en Egipto, que salpican toda la región que va desde el delta del Nilo, al norte, hasta el sur (penetrando inclusive en la Nubia). 

Pero, cuando alguien habla de pirámides, todas las copias, variaciones y "mini-pirámides" de épocas más recientes son desconsideradas y tanto eruditos como aficionados enfocan su atención en las veinte y pocas pirámides que, según se dice, fueron construidas por faraones del Antiguo Imperio (cerca de 2.700-2.180 a.C.). 

Esos monumentos, por su parte, están divididos en dos grupos distinguidos: las claramente identificadas con gobernantes de la 5ª y 6ª dinastías (como Unas, Teti, Pepi etc.), elaboradamente decoradas, y donde se encuentran inscritos los famosos Textos de las Pirámides, y las más antiguas, atribuidas a reyes de la 3ª y 4ª dinastías.

Son estas, las primeras pirámides de que se tiene noticia, las que más nos intrigan. 

Mucho más grandiosas, más sólidas, más exactas y más perfectas que todas las que vinieron después, también son las más misteriosas, pues no suministran ni al menos una única pista para revelar los secretos de su construcción. 

Quién las erigió, cómo, por qué, e incluso cuándo, nadie lo sabe de cierto.

Existen sólo teorías y suposiciones académicas.

Los libros escolares nos cuentan que la primera de ellas fue construida por un rey llamado Djoser, el segundo faraón de la 3ª. Dinastía (cerca de 2.650 a.C. según la mayoría de las cuentas).

Escogiendo un lugar a oeste de Menfis, en la meseta que servía de necrópolis (ciudad de los muertos) de aquella antigua capital él dio órdenes a su brillante científico y arquitecto, Imhotep, para erigir una tumba que superara todas las otras ya existentes. 

Hasta aquella época, la costumbre reinante era excavar un túmulo en el suelo pedregoso, enterrar el rey y después cubrir la sepultura con una gran lápida horizontal, llamada mastaba, que con el tiempo fue asumiendo proporciones muy substanciales.

El ingenioso Imhotep, según algunos eruditos, cubrió la mastaba original de la tumba de Djoser con varias capas de piedras menores, asentadas en dos fases de construcción, obteniendo así una pirámide en escalones.

Al lado de ella, dentro de un gran patio rectangular, fue erigida una gran variedad de edificios funcionales y decorativos, capillas, templos funerarios, depósitos, alojamientos de criados, etc. 

Enseguida, se cercó toda el área con una magnífica muralla. 

La pirámide y las ruinas de algunos de esos edificios aún pueden ser vistos en Sakkarah - nombre que parece haber sido dado al lugar en honra a Seker, el "dios oculto".




Los reyes que siguieron a Djoser, continúan contando los libros escolares, gustaron mucho de lo que vieran e intentaron imitar su antecesor. 

Parece haber sido Sekhemkhet, que ascendió al trono inmediatamente después de Djoser, quien comenzó a construir la segunda pirámide escalonada, también en Sakkarah. 




Por motivos ignorados, ella nunca llegó a ser terminada. 

Es posible que el ingrediente que faltó haya sido el genio de Imhotep, maestro de la ciencia e ingeniería. 

Una tercera pirámide en escalones - en realidad, sólo un monte de escombro conteniendo las ruinas de sus cimientos - fue descubierta entre Sakkarah y Gizeh, al norte.

Menor que las anteriores, ella es lógicamente atribuida al faraón que vino después de los dos anteriores, llamado Khaba. 





Ciertos especialistas creen que hubo una o dos tentativas posteriores, por parte de faraones no identificados de la 3ª. Dinastía, de construir pirámides, pero ellas fracasaron.

Ahora tenemos que ir a unos 45 kilómetros al sur de Sakkarah, a un lugar llamado Meidum, para visitar la pirámide que, cronológicamente, es considerada la cuarta en la fila. 

En la ausencia de indicios consistentes, se presume que ella haya sido construida por el faraón que se siguió a los anteriores, llamados Huni. 




Por medio de evidencias circunstanciales, se afirma que él sólo inició la obra y que la tentativa de terminar la pirámide cupo a su sucesor, Snefru, el primer rey de la 4ª. Dinastía.

Ella comenzó, como las anteriores, bajo la forma de una pirámide en escalones, pero, por motivos totalmente ignorados, para los cuales no existen ni aún teorías, sus constructores resolvieron hacer una pirámide "de verdad", o sea, con lados planos. 

Eso significaba que una capa de revestimiento, constituida de piedras pulidas, debería ser asentada en un ángulo bastante agudo. 

También por motivos desconocidos, se escogió un ángulo de 52 grados. 

Sin embargo, aquello que, según los libros, sería la primera pirámide verdadera, terminó en un triste fracaso.

La capa externa, los cimientos de piedras menores y parte del propio núcleo cayeron bajo el peso de las piedras colocadas unas encima de las otras en ese ángulo precario. 

Todo lo que resta de esa tentativa es parte del núcleo sólido, cercado de un monte de escombros.

Algunos estudiosos, como Kurt Mendelssohn, en "The Riddle of the Pyramids", sugieren que Snefru, cuando esa pirámide fracasó, estaba construyendo otra un poco al norte de Meidum.

Apresuradamente, sus arquitectos modificaron el ángulo de construcción, que, siendo menor (43 grados), garantizó mayor estabilidad y redujo la altura y masa de la pirámide. 

Fue una decisión sabia, como comprueba el hecho de que ese monumento, apropiadamente llamado de pirámide Torcida, aún permanece en pie.




Incentivado por su éxito, Snefru ordenó la construcción de otra pirámide verdadera cerca de la cuarta. 

Ella es llamada la pirámide Roja, debido al color de sus piedras. 




Supuestamente ella representa la realización del imposible: una forma triangular irguiéndose a partir de una base cuadrada, con lados de 200 metros de largo, teniendo una altura de 100 metros. 

El triunfo, empero, no fue obtenido sin un poquito de trampa: en vez de la inclinación perfecta, con 52 grados, las caras de esa "primera pirámide clásica" se elevan en un ángulo mucho más desequilibrado de 44 grados...

Y así llegamos, como quieren los eruditos, al máximo en construcción de las pirámides egipcias.

Snefru fue el padre de Khufu, a quien los historiadores griegos llamaban Kéops. 

Se especula que el hijo, siguiendo los pasos del padre, construyó la segunda verdadera pirámide, sólo que mucho mayor y grandiosa, la Gran Pirámide de Gizeh. 

Ella se yergue hace milenios en ese lugar, en compañía de dos otras, atribuidas a los éxitos de Kéops - Chefra (Quéfren) y Men-ka-ra (Miquerinos) - y las tres están cercadas de templos, mastabas, tumbas y la única y singular Esfinge. 




Aunque atribuidas a faraones diferentes, ellas obviamente fueron planeadas y ejecutadas como un grupo coherente, perfectamente alineadas con los puntos cardinales y también entre sí.




De hecho, las triangulaciones que comienzan en esos monumentos pueden ser ampliadas para medir todo Egipto - y, para ser exacto, toda la Tierra.

Los que primero se dieron cuenta de eso en tiempos modernos fueron los ingenieros de Napoleón, escogiendo el ápice de la Gran Pirámide como el punto focal a partir del cual triangularon y mapearon todo el Bajo Egipto.

La tarea resultó muy fácil cuando se descubrió que el complejo de Gizeh está situado sobre el paralelo 30 norte. 

Él fue construido en el borde este de la meseta Libia, que comienza en Libia, al oeste, y se extiende hasta los márgenes del Nilo.





Aunque sólo se eleva a 45 metros por encima del valle del río, Gizeh ofrece una visión amplia y no obstruida de los cuatro puntos del horizonte. 

La Gran Pirámide queda en el borde nordeste de una protuberancia de la meseta y a las pocas decenas de metros al norte y al este tiene inicio un terreno arenoso y lodoso, donde sería imposible erigir estructuras tan inmensas. 

Uno de los primeros científicos en hacer mediciones precisas, Charles Piazzi Smyth (Our Inheritance in the Great Pyramid) estableció que el centro de la Gran Pirámide queda en la latitud norte 29° 58' 55" - a sólo un 1/6 de grado del paralelo 30. 

El centro de la Segunda Pirámide se queda sólo a 13 segundos (13/3 600 de grado) al sur del paralelo.




La alineación con los cuatro puntos cardinales; la inclinación de los lados en un ángulo de 52 grados y algunos minutos - en el cual la altura de la pirámide en relación a la circunferencia que circunscribe su base es la misma de un rayo de círculo en relación con su circunferencia.




Las bases cuadradas, montadas en plataformas perfectamente niveladas, todos esos parámetros denuncian un alto nivel de conocimiento de matemáticas, astronomía, geometría, geografía y, claro, arquitectura y construcción, así como una enorme habilidad administrativa para movilizar la mano de obra y planear y ejecutar proyectos tan inmensos y de largo plazo. 

La consternación aumenta aún más cuando se perciben las complejidades interiores, la precisión de las galerías, pasillos, cámaras, ductos y aperturas dentro de las pirámides, sus entradas ocultas (siempre en la faz norte), los sistemas de cierre y encaje - todos invisibles para quienes está del lado de afuera, todos perfectamente alineados unos con los otros, todos ejecutados en el interior de esas montañas artificiales mientras ellas iban siendo construidas capa tras de capa de piedras.





Aunque la Segunda Pirámide (Quéfren) sea sólo un poco menor que la Gran Pirámide (alturas: 143,35 y 146,4 metros; lados de la base: 215,64 y 230,58 metros) fue siempre ésta la que despertó el interés y la imaginación de estudiosos y arqueólogos desde que los hombres pusieron los ojos en esos monumentos.

Ella fue y continúa siendo la mayor construcción en piedra del mundo, poseyendo entre 2,3 y 2,5 millones de bloques de piedra caliza amarilla (núcleo), piedra caliza blanca (revestimiento pulido) y granito (laterales y techo de cámaras y galerías interiores etc.).

La masa total, estimada en aproximadamente 2,6 millones de metros cúbicos, pesando 7 millones de toneladas, según los cálculos, excede la de todas las catedrales, iglesias y capillas sumadas, construidas en Inglaterra desde el inicio del cristianismo.

La Gran Pirámide está asentada sobre suelo artificialmente nivelado y se eleva a partir de una fina plataforma, cuyos cantos son marcados por conexiones de función desconocida.




A pesar del paso de los milenios, deslizamientos continentales, el balance de la Tierra en torno a su propio eje, terremotos y el inmenso peso de la propia pirámide, la plataforma de base, relativamente fina (menos de 7 metros de espesor), continúa intacta y perfectamente nivelada. 

El error o variación en su alineación horizontal es de menos de 3 centímetros a lo largo de los 231 metros de largo de los lados de la plataforma.

A la distancia, las tres pirámides de Gizeh parecen tener caras lisas, pero quienes se aproximan a ellas ve que ellas son un tipo de pirámide en escalones, construidas capa después de capa (los especialistas las llaman de "cursos") de piedras, cada una menor que la anterior.



De hecho, estudios modernos sugieren que la Gran Pirámide es en escalones en su núcleo, cuya estructura fue calculada para soportar grandes esfuerzos verticales, lo que la hacía tener caras lisas era la capa de revestimiento.




Esas placas fueron removidas en la época de la dominación árabe y usadas en la construcción de la ciudad de El Cairo, pero algunas de ellas aún pueden ser vistas en su posición original en lo alto de la Segunda Pirámide y unas pocas fueron descubiertas en la base de la Gran Pirámide.

Esas placas de revestimiento determinaban el ángulo de la pirámide y constituyen las piedras más pesadas empleadas en la construcción. 

Las seis caras de cada bloque fueron cortadas y pulidas con una exactitud que sólo se ensambla dentro de patrones ópticos, pues se ajustaban no solamente a las piedras del núcleo que cubrían, sino también a sus vecinas en los cuatro lados, formando en su conjunto un área de precisión de 8,5 hectáreas de bloques de piedra caliza.

Actualmente las pirámides de Gizeh ya no tienen el ápice o espigón, también en forma piramidal (los pyramidions), que debían ser de metal o revestidos de él, exactamente como las puntas de los obeliscos. 

Quién los retiró de tan grande altura, cuándo y por qué, no se sabe. 

De lo que se tiene conocimiento, empero, es que en pirámides de épocas posteriores, esas piedras de ápice, parecidas con Ben-Ben de Heliópolis, eran hechas de granito especial y poseían muchas inscripciones.



La de la pirámide de Amen-en-khet, en Dachur, encontrada enterrada a alguna distancia de ella tenía el emblema del Disco Alado y la inscripción:

"El rostro del rey Amen-en-khet está abierto,
Para él poder contemplar al Señor de la Montaña de la Luz
Cuando él vuela por el firmamento."

Herodoto visitó Gizeh en el siglo V, época en que las pirámides aún mantenían las placas de revestimiento, pero él no menciona la presencia de ápices. 

Como tantos otros antes y después de él, el historiador griego se quedó imaginando como esos monumentos - considerados como una de las Siete Maravillas del mundo antiguo - podían haber sido construidos. 

Sus guías le informaron que habían sido necesarios 100 mil hombres, sustituidos cada tres meses, y "diez años de opresión del pueblo", sólo para construir la rampa hasta el lugar de la obra, para posibilitar el transporte de los bloques de piedra. 

"La pirámide en sí exigió veinte años de construcción." Herodoto nos transmitió la información de que fue el faraón Kéops (Khufu) quien ordenó la construcción de la Gran Pirámide, pero no explicita cómo ni por qué. 

Él también atribuyó a Quéfren (Chefra) la construcción de la Segunda Pirámide, "con las mismas dimensiones de la primera, sólo que 12 metros más baja" y dijo que Miquerinos (Menkara) "también dejó una pirámide, pero muy inferior en tamaño que la construida por su padre", dejando implícito que se trataba de la Tercera Pirámide Gizeh.

El siglo I, el geógrafo e historiador griego Estrabo registró no sólo su visita a las pirámides, sino también su entrada en la Gran Pirámide por una apertura en la cara norte, escondida por una piedra articulada. 

Después de descender un pasillo largo y angosto, él alcanzó un agujero cavado en el lecho rocoso bajo la plataforma, como tantos otros turistas griegos y romanos ya habían hecho antes de él.

La localización de esa entrada acabó siendo olvidada en los siglos que siguieron y, cuando el califa Al-Mamoon intentó entrar en la Gran Pirámide el año de 820, necesitó emplear un verdadero ejército de ingenieros, herreros y albañiles para perforar las piedras, abriendo un túnel hasta el núcleo. 

Lo que lo incentivó a emprender esa obra fue el interés científico aliado a la codicia, pues el califa estaba al corriente de las antiguas leyendas que afirmaban la existencia, en el interior de la pirámide, de una cámara secreta donde en la Antigüedad habían sido escondidos mapas celestes y terrestres, inclusive globos, así como "armas que no se herrumbran" y "vidrio que puede ser doblado sin quebrarse".

Rajando los bloques de piedra con la aplicación de calor y frío alternados, reventándolos con martillos y picas, los hombres de Al-Mamun avanzaron centímetro a centímetro. 

Estaban a punto de desistir cuando oyeron el barullo de una piedra cayendo, indicando que cerca de allí había alguna cavidad. 

Con renovado vigor, ellos continuaron quebrando las piedras y acabaron por alcanzar el Pasillo Descendiente. 

Subiéndolo, llegaron a la entrada original, que no habían visto del lado de afuera.

Descendiendo, encontraron la cavidad subterránea descrita por Estrabo. 

Un túnel que de ella salía no llevaba a lugar alguno.

En lo que decía respeto a los aventureros, todos sus esfuerzos habían sido vanamente. 

Las otras pirámides fuera de Gizeh, que habían sido demolidas o penetradas, poseían la misma estructura interna: un Pasillo Descendiente, llevando a una o más cámaras.

Sin embargo, en la Gran Pirámide ellas no existían. Ya no había secretos para que sean descubiertos...

El destino, sin embargo, intervino. 

Fué el sonido de una piedra cayendo en el vacío que hubo estimulado los hombres de Al-Mamun a continuar el trabajo. 

Cuando estaban por desistir una vez más, vieron una piedra caída en el pasillo. 

Ella era triangular, un formato bastante extraño. 

Examinando el techo, los trabajadores descubrieron que ella servía para esconder de la vista un gran bloque de granito posicionado en ángulo en relación al pasaje. 

Ese bloque escondería el camino para una cámara realmente secreta, ¿jamás penetrada antes?

Como no tenían medios de mover o quebrar el bloque de granito, los hombres del califa continuaron profundizando el túnel que habían excavado en las piedras calizas , para dar la vuelta en torno a él. 

Descubrieron entonces que aquel bloque era el primero de una serie de piedras de granito y piedra caliza que obstruían un Pasillo Ascendente, posicionado en un ángulo de 26 grados, el mismo del Pasillo Descendiente (y exactamente a la mitad del ángulo de inclinación de las caras de la pirámide). 

En lo alto del pasillo, un pasaje horizontal llevaba para una cámara medio cuadrada, con techo inclinado en "V" invertida, con un nicho raro en su pared este. 

Estaba totalmente vacía y no tenía ni siquiera decoración. 

Más tarde se descubrió que esa cámara queda exactamente en medio del eje norte-sur de la pirámide - hecho cuyo significado aún no fue descifrado. 

Esa cámara se hizo conocida como la cámara de la Reina, pero el nombre está basado en ideas románticas, pues no existe la menor señal de evidencias para corroborar esa designación.

A partir del final del Pasillo Ascendente fue encontrada una Gran Galería, manteniendo el mismo ángulo de 26 grados y extendiéndose por 46 metros de construcción intrincada y precisa. 

El piso rebajado es flanqueado por dos rampas que acompañan toda la extensión de la galería y en cada una de ellas hay orificios rectangulares, igualmente espaciados. 

Las paredes tienen más de 5,5 metros de altura y la anchura de la galería va estrechándose progresivamente, de modo que, en su punto más alto, el techo tiene la misma anchura del piso rebajado. 

La galería termina en una plataforma formada por un enorme bloque de piedra. 

De allí, un pasaje, corto y angosto (sólo 1 metro de altura) lleva a una antecámara de construcción compleja, equipada para bajar con una maniobra simple (tal vez un estirar de cuerdas) tres placas de granito sólido que podían descender en vertical, obstruyendo el pasaje e impidiendo el avance.

En otro pequeño pasaje, con altura y anchura similares al anterior, lleva hacia una cámara de techo muy alto, hecho de granito rojo pulido - la llamada cámara del Rey.

Ella fue encontrada vacía, excepto por un bloque de granito, labrado de modo que sugiere el formato de un ataúd sin tapa.




Su preciso acabado incluye surcos para la instalación de una tapa o cobertura y sus medidas, como está bien determinado, demuestran un profundo conocimiento de complejas fórmulas matemáticas. 

En la cámara tampoco había ningún tipo de decoración.

Los hombres del califa Al-Mamun ciertamente pensaron lo que todos han pensado desde entonces. 

¿Toda esa montaña de bloques de piedra fue erigida solamente para esconder un "baúl" dentro de una cámara secreta? 

Las marcas de tizne dejadas por antorchas y las palabras del historiador Estrabo atestiguan que el Pasillo Descendiente fue bastante visitado en la Antigüedad. 

Sin embargo, el Ascendente estaba perfectamente lacrado al ser descubierto por los trabajadores de Al-Mamun el siglo IX. 

Las teorías siempre afirmaron que las pirámides eran tumbas reales construidas para protejer las momias de los faraones y los tesoros con ellos enterrados, de ladrones o profanadores que podrían perturbar la paz eterna del fallecido. 

Siendo así, el bloqueo de los pasillos debería haber sido ejecutado inmediatamente después de la colocación del sarcófago en la cámara. 

Sin embargo, lo que se encontró fue un pasaje obstruido a la perfección y, atrás de el, absolutamente nada, excepto un ataúd de piedra.

Con el pasar del tiempo, otros gobernantes, científicos y aventureros entraron en la Gran Pirámide e hicieron túneles y orificios, descubriendo otros aspectos de su estructura interior, inclusive dos conjuntos de ductos que algunos creen son entradas de aire (¿para quién?) y otros garantizan que servían para observaciones astronómicas (¿por quién?). 

Aunque los especialistas insistan en referirse al baúl de granito como "sarcófago" o "ataúd" (por el tamaño, él podría acomodar un cuerpo humano), el hecho es que no existe nada, absolutamente nada para apoyar la afirmación de que la Gran Pirámide era una tumba de faraón.

En realidad, nunca hubo indicios concretos de que las pirámides de Gizeh fueron construidas para ser túmulos reales.

La pirámide que en la cronología de los libros escolares es la primera, la de Djoser, posee dos cámaras cubiertas por la mastaba inicial. 

Cuando ellas fueron visitadas por primera vez por H. M. von Minutoli, en 1821, él afirmó haber encontrado en su interior partes de una momia e inscripciones con el nombre del faraón. 

En 1837, el coronel Howard Vyse reescavó más minuciosamente el interior de la pirámide y relató haber descubierto "un monte de momias" (fueron contadas ochenta de ellas posteriormente) y haber alcanzado una cámara "con el nombre del rey Djoser pintado con tinta roja". 

Un siglo después, arqueólogos comunicaron el descubrimiento de un fragmento de cráneo e indicios de que "un sarcófago de madera podría haber estado dentro de la cámara de granito rojo". 

En 1933, J. Y. Quibell y J. P. Lauer descubrieron otras galerías dentro de la pirámide, en cuyo interior encontraron dos sarcófagos vacíos.

Hoy día es generalmente aceptado que todas esas momias y ataúdes representan entierros intrusos, o sea, el entierro de muertos de otras épocas, muy posteriores a la de la construcción de las pirámides, aprovechando sus galerías y cámaras. 

Pero, ¿el rey Djoser habría sido realmente enterrado en la pirámide, es decir, hubo un " entierro original"?

La mayoría de los arqueólogos duda de que Djoser fuera realmente sepultado dentro de la pirámide que tiene su nombre.

Todo indica que él fue enterrado en una magnífica tumba descubierta en 1928, al sur de la pirámide. Esa "Tumba Sur", como se hizo conocida, era alcanzada por una galería cuyo techo de piedra imitaba palmeras, llevando a una apertura imitando una puerta semi-abierta que se abría para un gran salón. 

Otras galerías conducían a una cámara subterránea hecha de bloques de granito y, en una de sus paredes, en tres puertas falsas habían grabado la imagen, nombre y títulos de Djoser.

Actualmente, muchos eminentes egiptólogos creen que la pirámide era sólo un túmulo simbólico de Djoser y que su cuerpo en realidad fue sepultado en la Tumba Sur, superpuesta por una gran superestructura rectangular, que contenía la capilla - un estilo de sepulcro mostrado en algunos dibujos egipcios.

La pirámide en escalones probablemente iniciada por el sucesor de Djoser, Sekhemkhet, también contenía una "cámara mortuoria", que al ser descubierta abrigaba un "sarcófago" de alabastro. 

Los libros cuentan que el arqueólogo que la encontró, Zakaria Goneim, concluyó que la cámara fue invadida por ladrones, que habían robado la momia y todo el contenido del compartimiento. 

Sin embargo, eso no es totalmente cierto. 

De hecho, el sr. Goneim encontró la puerta deslizante vertical del baúl de alabastro cerrada y vedada con yeso y restos de una corona de flores aún permanecían sobre la rampa del ataúd.

Como él contó, al ver eso, sus "esperanzas alcanzaron el punto máximo; sin embargo, cuando el sarcófago fue abierto, vimos que él estaba vacío y parecía jamás haber sido usado". 

¿Habría el cuerpo de algún rey un día reposado allí? 

Mientras algunos aún afirman que sí, otros están convencidos de que la pirámide de Sekhemkhet (tapas de jarros donde están grabados su nombre comprueban la identificación) era sólo un cenotáfio, es decir, una tumba simbólica.

La tercera pirámide en escalones, atribuida a Khaba, también contenía una "cámara mortuoria", encontrada vacía, sin momia o aún el ataúd de piedra. 

Los arqueólogos identificaron en el área vecina las ruinas de otra pirámide, no terminada, que imaginan fue iniciada por el sucesor de Khaba. 

La subestructura de granito contenía un "sarcófago" oval, de formato raro, embutido en el piso, como si fuera una bañera moderna. 



La tapa estaba en el lugar, lacrada con cemento; no había nada en su interior.

Los arqueólogos descubrieron restos de otras tres pirámides pequeñas, atribuidas a gobernantes de la 3ª. Dinastía. 

En una de ellas, no fue posible examinar la subestructura; en otra, no existía ningún tipo de cámara mortuoria; en la tercera, había la cámara, pero ningún indicio de entierro.

La explotación de la pirámide desmoronada de Meidum no reveló la existencia de cámara mortuoria o sarcófago. 

Flinders Petrie, que la examinó minuciosamente, encontró en ella sólo fragmentos de un ataúd de madera, que anunció que eran los restos del féretro de Snefru. 

Actualmente, todos los especialistas creen que esos fragmentos provenían de un sepelio mucho más posterior, un entierro intruso. 

La pirámide está cercada por numerosas mastabas de la 3ª y 4ª. Dinastías, pues allí eran enterrados los miembros de la familia real y otras personalidades de la época. 

El recinto de la pirámide se conectaba a una estructura más baja, el llamado "templo funerario", que actualmente está sumergido en el Nilo. 

Es posible que haya sido en ese lugar, cercado y protegido por las aguas sagradas del río, que fue colocado el cuerpo del faraón.

Las otras dos pirámides, de acuerdo con la cronología de los libros, son aún más engorrosas para aquellos que defienden la teoría de que ellas son tumbas. 

Las dos pirámides de Dachur (la Tarta y la Roja) fueron construidas por Snefru. 

La primera posee dos "cámaras mortuorias", y la segunda, tres. Si los faraones mandaban construir pirámides para abrigar su momia después de la muerte, ¿por qué Snefru construyó dos de ellas, con tres cámaras? 

Creo que ni necesito decir que los compartimentos fueron encontrados vacíos, sin sarcófagos. 

Después de extensas excavaciones, hechas por el Servicio de Antigüedades Egipcio en 1947 y nuevamente en 1953, que se concentraron en especial en la pirámide Roja, quedó constatado, como registra el informe oficial, "que no se encontró allá ningún vestigio de una tumba real".

La teoría "una pirámide por faraón" afirma que la pirámide siguiente, en orden cronológico, fue construida por Khufu (Kéops), el hijo de Snefru y, según Herodoto y los historiadores romanos que se basaron en sus obras, ella sería la Gran Pirámide de Gizeh. 

Como vemos, sus cámaras y compartimentos descubiertos en tiempos modernos, encontrados inviolados, estaban vacíos. 

Eso, de hecho, no debería ser gran sorpresa para los estudiosos, pues el propio Herodoto escribió (Historia, vol. II, pág. 127): "El agua del Nilo, llevada por un canal artificial, cerca una isla donde, según se afirma, reposa el cuerpo de Kéops". 

¿Quedaría la verdadera tumba del faraón en el valle próximo a las pirámides, más cerca del río? 

Hasta hoy no se sabe.

Chefra (Quéfren), a quién es atribuida la Segunda Pirámide de Gizeh, no fue el sucesor inmediato de Khufu. 

Entre ellos hubo un faraón llamado Radedef, cuyo reinado duró ocho años. 

Por motivos que los estudiosos no consiguen explicar, él escogió erigir su pirámide en un lugar un poco distante de Gizeh.

Poseyendo cerca de la mitad del tamaño de la Gran Pirámide, ella contenía la acostumbrada "cámara mortuoria" que, al ser visitada, se reveló vacía.

La Segunda Pirámide de Gizeh presenta dos entradas en lugar del habitual pasaje por la cara norte. 



La primera comienza fuera de ella, lo que también es raro, y lleva hacia una cámara inacabada. 

Cuando Giovanni Belzoni la exploró en 1818, el sarcófago de granito fue encontrado vacío y la tapa caída en el suelo, quebrada. 




Una inscripción en árabe denunció la visita de la cámara varios siglos antes. 

Lo que los árabes encontraron, si es que encontraron alguna cosa, no está registrado en ningún lugar.

La Tercera Pirámide de Gizeh, aunque mucho menor que las otras, posee características singulares. 

En la construcción del núcleo, fueron empleados los mayores bloques de piedra encontrados en las tres. 

Los dieciséis cursos inferiores no eran revestidos de piedra caliza, sino de granito. 

Ella primero fue erigida como una pirámide menor y después su tamaño fue doblado.

Como resultado de eso, existen dos entradas utilizables y una tercera inacabada, tal vez una "tentativa" no aprobada por los constructores. 



En ella, hay varias cámaras y aquella que es considerada la principal, la "cámara mortuoria", fue explorada en 1837 por Howard Vyse y John Perring, que encontraron un magnífico sarcófago de basalto, vacío, como de costumbre. 



Sin embargo, cerca de él, en Vyse y Perrig hallaron un pedazo de un féretro de madera con el nombre "Men-ka-ra" y los restos de una momia "posiblemente de Menkara", una confirmación directa de la afirmación de Herodoto de que la Tercera Pirámide "pertenecía la Micerinos". 

Sin embargo, un reexamen de esas piezas en tiempos actuales, donde fue empleado el método de datación con isótopos de carbono, estableció que el féretro de madera "sin duda es del periodo saítico", no anterior la 660 a.C. (K. Michalowsky, Art of Ancient Egypt) y que la momia encontrada era del inicio de la era cristiana. 

Por lo tanto, ninguna de las dos piezas podría formar parte de un entierro original.

A pesar de que no tienen la certeza de que Men-ka-ra fue el sucesor inmediato de Chefra, los especialistas saben que después de él vino Shepsekaf. 

Como de las varias pirámides jamás terminadas (o cuya construcción fue tan rudimentaria que no resta nada de ellas) habrían pertenecido a él, nadie puede decir.

Sin embargo, todos son unánimes en afirmar que ninguna de ellas le sirvió de túmulo, pues Shepsekaf fue enterrado bajo una monumental mastaba, cuya cámara mortuoria contenía un sarcófago de granito negro. 

Cuando los arqueólogos la descubrieron, constataron que ella había sido saqueada por ladrones de túmulos de la Antigüedad, que vaciaron la cámara y el sarcófago.

La 5ª. Dinastía comenzó con Userkaf, que construyó su pirámide en Sakkarah, cerca del complejo de Djoser. 

Ella fue violada tanto por ladrones como por entierros intrusos. 

El sucesor del faraón, Sahura, construyó su pirámide al norte de Sakkarah (actual Abusir) y, aunque ella sea una de las más conservadas, nada se encontró en su "cámara mortuoria" rectangular. 

Sin embargo, la magnificencia de los templos que la rodean, extendiéndose hasta el valle del Nilo, y el hecho de que los salones del templo más próximo al río hayan sido ornamentados con columnas imitando palmeras pueden indicar que la verdadera tumba de Sahura quedaba en las inmediaciones de su pirámide...

Neferirkara, que ascendió al trono después de Sahura, construyó su complejo funerario en un lugar no muy distante del escogido por su antecesor. 

La cámara que existía dentro de su pirámide no terminada (o devastada) fue encontrada también vacía. 

Hasta hoy no se descubrieron monumentos que hubieran pertenecido a Neferirkara. 

Sin embargo, el próximo faraón construyó su pirámide usando más madera y ladrillos de arcilla que piedras y por eso sólo restan de ella unas pocas ruinas. 

Neuserra, el faraón siguiente, construyó su pirámide cerca de la de sus antecesores.

Ella contenía dos cámaras, encontradas vacías, sin el menor vestigio de entierro. 

Sin embargo, Neuserra es más conocido por su templo funerario, construido en el formato de un obelisco corto y grueso, asentado sobre una pirámide truncada.

El obelisco tenía 36 metros de altura y su ápice, o pyramidion, estaba revestido con chapas de cobre.

La pirámide del faraón que sucedió a Neuserra no fue encontrada y es posible que se haya transformado en un monte de escombros cubierto por las arenas cambiantes del desierto. 

La de su sucesor sólo fue identificada en 1945 y contenía la habitual cámara, también encontrada vacía y sin ningún tipo de decoración.

La pirámide de Unas - lo ultimo faraón de la 5ª. Dinastía, o, como prefieren algunos, el primero de la 6ª. - marca un importante cambio de costumbres.

Fue allá que, en 1880, Gaston Maspero encontró los primeros Textos de las Pirámides, escritos en las paredes de cámaras y pasillos. 

Las cuatro pirámides de los faraones de la 6ª. Dinastía, que siguieron a Unas - Teti, Pepi I, Mernera y Pepi II -, presentaban complejos funerarios imitando el de Unas, con la inclusión de los textos en las paredes. 

Todos los sarcófagos de basalto o granito encontrados en las "cámaras mortuorias" estaban vacíos, con excepción del existente en la pirámide de Mernera, donde había una momia. 

Luego, sin embargo, quedó establecido que ella no era la del rey, sino representaba un entierro intruso posterior.

¿Y donde fueron sepultados esos faraones de la 6ª. Dinastía? 

Los túmulos de esa dinastía y de las anteriores quedaban todos en el sur de Egipto, en Abidos.

Ese indicio, y muchos otros, hace mucho debían haber alejado totalmente la idea de que las tumbas reales eran cenotáfios y las pirámides los verdaderos lugares de entierro. 

Sin embargo, a las viejas creencias les cuestan mucho morir.

Todos los hechos demuestran lo contrario. 

Las pirámides del Viejo Imperio nunca abrigaron el cuerpo de un faraón porque no fueron erigidas con ese objetivo. 

Formando parte del viaje simulado del faraón para la Otra Vida, cuando él partía en la dirección del horizonte, ellas eran marcas para que guiaran su Ka hasta "la Escalera al Cielo", función exactamente igual a las de las pirámides originalmente construidas por los dioses, que les servían de puertas cuando ellos "volaban por el firmamento".

Lo que los faraones intentaron copiar, unos después de los otros, sugiero, no fue la pirámide de Djoser, como dicen los libros, sino las Pirámides de los Dioses: las pirámides de Gizeh.






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