jueves, 17 de septiembre de 2015

Parte 13(B): FALSIFICANDO El NOMBRE DEL FARAÓN: "el dios Khnum me protege" (Escalera al Cielo)








Escalera al Cielo (segundo libro).
Parte 13(B): Falsificando el Nombre del Faraón: "el dios Khnum me protege".
ZECHARIA SITCHIN
1980, Nueva York, USA.








Veamos ahora lo que el coronel habla en la continuación de su entrada en el diario de aquel día: 

"A la noche, cuando llegaron el sr. Perring y el sr. Mash, entramos en la cámara de Wellington y comenzamos a medirla. Mientras hacíamos las mediciones, encontramos las marcas hechas en la cantera!" 

¡Qué súbito y extraordinario golpe de suerte!







Esas señales eran similares a las marcas de cantera escritas en tinta roja encontradas en las tumbas del lado de afuera de la pirámide. 

Es extraño que Vyse y el sr. Hill no las hubieran visto en la noche anterior, cuando examinaron minuciosamente la cámara. 

El singular descubrimiento sólo aconteció en la presencia de dos testigos, el sr. Perring y el sr. Mash, un ingeniero que estaba visitando la cámara a su invitación.

El hecho de que la cámara de Wellington era casi idéntica a la de Davison llevó Vyse a sospechar que podría existir algún otro compartimiento por encima de ellas. 

Por motivos ignorados, el 4 de abril, él despidió al otro capataz, un hombre llamado Giachino. 

El 14 de abril, el cónsul británico y el cónsul austriaco visitaron el lugar de las excavaciones y solicitaron copias de las marcas hechas en la cantera. 

Vyse entonces mandó a Perring y a Mash encargándoles ese trabajo, pero los instruyó a copiar primero las marcas descubiertas en la tumba de Campbell, dejando para después las de la Gran Pirámide.

Con la liberación del uso de la pólvora, el compartimiento por encima de la cámara de Wellington, que Vyse bautizó como "cámara de Nelson" en honor del almirante, fue abierta el 25 de abril. 

Estaba tan vacía como las otras y presentaba la misma misteriosa piedra negra.

Vyse relató haber encontrado "varias marcas de cantera escritas en tinta roja en los bloques de granito, en especial en la pared oeste".

Durante todo ese tiempo, el sr. Hill entraba y salía de las cámaras recién descubiertas, ostensiblemente, para escribir en ellas los nombres de Wellington y Nelson. 

El día 27, el mismo sr. Hill -no Perring o Mash- copió las marcas de cantera encontradas en ellas.




Vyse reprodujo las de la cámara de Nelson en su libro.

El 7 de mayo, fue abierto el camino para un compartimiento más que Vyse bautizó de "cámara de lady Arbuthnot". 

En su diario, él no registra el encuentro de marcas de cantera, aunque más tarde ellas existieran allí en profusión.




Lo sorprendente en esas nuevas marcas era que ellas incluían un gran número de cartuchos, que sólo podían significar nombres de reyes. 

¿Habría Vyse encontrado una prueba irrefutable, del nombre del faraón que construyó la pirámide?

En 18 de mayo, un cierto dr. Walni "solicitó copias de los caracteres encontrados en la Gran Pirámide para enviarlas al sr. Rosellini", siendo este un eminente egiptólogo especializado en descifrar nombres reales. 

Vyse rechazó terminantemente a atender al pedido.

El día siguiente, acompañado de lord Arbuthnot, el sr. Brethel y el sr. Raven, Vyse entró en la cámara de lady Arbuthnot y los cuatro compararon "los dibujos del sr. Hill con las marcas de cantera de la Gran Pirámide; enseguida, suscribieron un testimonio de su exactitud". 

Poco tiempo después, la última cámara fue abierta y más marcas, inclusive un cartucho, fueron descubiertas. 

Vyse entonces partió al El Cairo, donde presentó las copias autentificadas de las inscripciones a la Embajada británica, para que fueran oficialmente enviadas Londres.

Vyse consideraba su trabajo en la Gran Pirámide como terminado. 

Él descubrió cuatro compartimentos hasta entonces desconocidos y hubo probado la identidad del constructor del monumento, pues dentro de los cartuchos estaba escrito el nombre Kh-u-f-u.








Y es en ese descubrimiento que los libros vienen basándose hasta los días de hoy.

El impacto de los descubrimientos de Vyse fue enorme y en poco tiempo él consiguió una confirmación de los peritos del Museo Británico, lo que garantizó su aceptación.

No se sabe de cierto cuándo las copias hechas por el sr. Hill llegaron al museo y cuándo Vyse recibió el resultado del análisis de los peritos, pero en su crónica de 27 de mayo de 1837 él transcribió la opinión del Museo Británico (dada por el especialista en jeroglíficos Samuel Birch), que confirmaba sus expectativas: los nombres en los cartuchos podían ser leídos como Khufu o variaciones de él. 

Como había dicho Herodoto, Kéops había sido el constructor de la Gran Pirámide.

Sin embargo, en la emoción que siguió, poca atención le fue dada a los muchos "si" y "pero" del informe del museo. 

Además de eso, él contenía la pista que me llevó a creer en una confabulación: un error grosero del falsificador.

Para comenzar, el sr. Birch no se entusiasmó mucho con la ortografía y el texto de muchas marcas. 

"Los símbolos y jeroglíficos pintados en rojo por el escultor o albañil en los bloques de las cámaras de la Gran Pirámide son aparentemente marcas hechas en la cantera", escribió él en el párrafo de apertura, y prosiguió: "Aunque no muy legible, por que fueron sido escritas en caracteres semi-hieráticos o lineal-jeroglíficos, ellas poseen puntos de considerable interés...”

Lo que intrigó el sr. Birch fue que las marcas de cantera del inicio de la 4ª. Dinastía estaban claramente hechas en una escritura que sólo hubo comenzado a aparecer siglos después.

Habiéndose originado de la pictografía - escrita con figuras -, la escritura hieroglífica exigía gran habilidad y mucho tiempo de entrenamiento. 

Así, con el pasar del tiempo, comenzó a entrar en uso, especialmente en transacciones comerciales, una escritura más simple y rápida, más lineal, que es llamada como Hierática por los especialistas. 




Entonces, los símbolos encontrados por Vyse eran de otro periodo. 

El sr. Birch también encontró gran dificultad en leerlos. 

Varios de ellos le parecieron "escritos en caracteres casi hieráticos", por lo tanto de un periodo muy posterior al surgimiento de los semi-hieráticos. 

Algunos símbolos eran raros, nunca habían sido vistos antes en cualquiera otra inscripción de Egipto: "El cartucho de Sufis (Kéops) es seguido por un jeroglífico para el cual sería difícil encontrar un paralelo". 

Otros símbolos eran "igualmente de difícil solución". 

El perito también se quedó muy intrigado con "una curiosa secuencia de símbolos" de la cámara superior, con techo en V invertida, que Vyse había bautizado como "cámara de Campbell". 

En ella, la señal para el "bueno, bondadoso" estaba usado como un numeral, algo jamás visto antes. 

Esos numerales escritos de manera rara supuestamente significarían "18º año" (del reino de Khufu).

Las señales que venían después del cartucho real (escritos "en la misma caligrafía lineal") también causaron extrañeza al perito.

Birch partió de la hipótesis de que ellos debían expresar un título cualquiera, algo como "Poderoso en el alto y Bajo Egipto", pero la única similaridad que pudo encontrar con esa hilera de símbolos fue una que deletreaba "un título que existe en el ataúd de la reina de Amasis", del periodo saítico. 

Birch no vio necesidad de añadir que el faraón Amasis reinó en el siglo VI a.C. - por lo tanto, más de 2 mil años después de Khufu!

Sea quién sea el autor de las marcas supuestamente descubiertas por Vyse, él empleó un método de caligrafía (lineal), escrituras (semi-hierático y hierático) y títulos de periodos varios - y ninguno de la época de Khufu o antes de él.

El autor tampoco era muy letrado, pues gran parte de los jeroglíficos estaban incompletos, fuera de lugar, poco claros o a la sazón eran completamente desconocidos.

(Analizando esas inscripciones un año después, el más famoso egiptólogo alemán de la época, Karl Richard Lepsius, también se mostró intrigado con el hecho de que ellas "hayan sido hechas con pincel y tinta roja en una escritura cursiva, de tal forma que se parecen a las señales hieráticas". 

Él afirmó también que algunos de los jeroglíficos que venían después del cartucho le eran completamente desconocidos y "soy incapaz de explicarlos".)

Volviendo a la principal cuestión sobre la cual le fuera solicitado dar una opinión -la identidad del faraón nombrado en las inscripciones-, Birch lanzó una bomba: había dos nombres reales dentro de la pirámide!

¿Sería posible que dos faraones hayan construido la misma pirámide? 

Si fuera eso lo que aconteció, ¿quien eran ellos?

Según Birch, los dos nombres no eran desconocidos, pues "ya fueron encontrados en tumbas de operarios empleados por los monarcas de esa dinastía" refiriéndose a la 4ª. Dinastía, a cuyos faraones eran atribuidas las pirámides de Gizeh. 

Uno de los cartuchos fue leído como U-F-U-KH (Saufou o Shoufou), <5ta cámara: Campbell>









el otro por incluir el carnero, símbolo del dios Khnum, como Khnum Khufu <"el dios Khnum me protege"> (Sene-khuf o Senes-houfou), <4ta cámara: Lady Arbuthnot>







Intentando analizar el significado del nombre con el símbolo del carnero, Birch destacó que "un cartucho similar al primero encontrado en la cámara de Wellington fue publicado por el sr. Wilkinson y el sr. Rosellini, que leen en los elementos fonéticos que lo componen  <'Senes-hufo'>, que el sr. Wilkinson supone significan "el hermano de Sufis <Sufis II, Kefrén>'''.

Que un faraón <Sufis II, Kefrén> pueda terminar una pirámide comenzada por su predecesor <Sufis I, Keops> es una teoría bien aceptada por los egiptólogos (como en el caso de la pirámide de Meidum). 

¿Ello no explicaría la presencia de dos nombres reales en una misma pirámide? 

Tal vez, pero ciertamente no serviría para explicar el caso que estamos analizando.

En la Gran Pirámide eso es imposible debido a la localización de los varios cartuchos.

El de Kéops/Khufu fue encontrado solamente en el compartimiento superior, el que tiene el techo en V invertida (5ta cámara), que Vyse bautizó cámara de Campbell. 

Los varios cartuchos con el segundo nombre (actualmente tenido como Khnum Khufu <Khnem-Khuf>) estaban en la <2da> cámara de Wellington y en la <4ta> de lady Arbuthnot ( la <1ra>, en la de Davison, no había cartuchos). 

En otras palabras, los compartimentos inferiores tenían el nombre de un faraón que vivió y reinó después de Kéops/Khufu.

Como no existe otro medio de construir una pirámide que no sea de abajo para arriba, la localización de los cartuchos significaba que Kéops había terminado la pirámide iniciada por un faraón que vivió y reinó después de él. 

Lo que, claro, es imposible. Aceptando que los dos nombres encontrados en la pirámide podrían ser de faraones que en la antigua Lista de Reyes eran llamados como Sufis I (Kéops) y Sufis II (Kefrén), Birch intentó resolver el enigma imaginando si los dos, de alguna forma, pertenecían a Kéops, siendo uno su nombre verdadero y el otro "un sobrenombre". 

Sin embargo, su conclusión final fue que "la presencia de un segundo nombre de las marcas de cantera de la Gran Pirámide es un enredo adicional". 

Uno más entre tantos otros aspectos engorrosos encontrados en las inscripciones.

El "problema del segundo nombre" continuaba sin solución cuando el más notable egiptólogo inglés, Flinders Petrie, cincuenta años después del descubrimiento de Vyse, pasó varios meses haciendo mediciones en las pirámides. 

"La teoría más fallida sobre ese rey, Khnum Khufu (Khnem-Khuf), es la que afirma que él y Khufu son la misma persona." 

En "The Pyramids and Temples of Gizeh", él da los muchos motivos presentados por otros egiptólogos contra esa idea y muestra que los nombres pertenecían a dos reyes diferentes. 

Entonces, ¿cómo explicar las localizaciones de los cartuchos en la Gran Pirámide? 

Para Petrie, la única explicación plausible sería que Kéops y Quéfren habían sido co-regentes, reinando juntos.

Como no se encontró ningún indicio que pudiera apoyar la teoría de Petrie, Gaston Maspero, casi un siglo después del descubrimiento de Vyse, escribió que la existencia de los cartuchos Khufu y Khnem-Khuf en un mismo monumento causó grandes enredos para los egiptólogos (The Dawn of Civilization). 

Y el enigma, a pesar de todas las teorías sugeridas, continúa siendo embarazoso para ellos.

Yo, sin embargo, creo que existe una solución definitiva, siempre que dejemos de atribuir las inscripciones a los albañiles de la Antigüedad y comencemos a encarar los hechos.

Las pirámides de Gizeh son singulares, entre otras cosas, debido a la ausencia de cualquier tipo de ornamento o inscripción - con excepción de las encontradas por Vyse. 

Si los albañiles no tuvieron el menor reparo en pincelar con tinta roja los bloques escondidos en los compartimentos por encima de la cámara del Rey, ¿por qué ninguna inscripción fue hecha en el primero de ellos, el compartimiento descubierto por Davison en 1765?

Además de las inscripciones supuestamente descubiertas por Vyse, existen en los compartimentos verdaderas marcas de albañiles - flechas, líneas de posicionamiento y pequeñas señales. 

Todas diseñadas en horizontal, como sería de esperarse, pues, cuando fueron hechas, las pequeñas cámaras aún no estaban cubiertas y se podía quedarse en pie, caminar de un lado para otro y pintar las marcas sin trabas. 

Sin embargo, las inscripciones - pintadas por encima o en torno a las marcas verdaderas - están de cabeza para abajo o en la vertical, como si quién las diseñó necesitara inclinarse o agacharse dentro de los compartimentos bajos (la altura varía de 0,40 la 1,34 metro en la cámara de lady Arbuthnot y de 0,67 la 1,10 metro en la de Wellington).




Los cartuchos y títulos reales pintados en las paredes de los compartimentos eran borrosos, groseros y excesivamente grandes.

La mayoría de los cartuchos tenía de 80 a 90 centímetros de largo y cerca de 30 centímetros de ancho, a veces ocupando la mayor parte del bloque de piedra - como si el escriba necesitara de todo el espacio disponible. 

Ellos contrastan fuertemente con la precisión, delicadeza y perfecto sentido de proporción de los jeroglíficos egipcios, evidentes en las verdaderas marcas encontradas en esos compartimentos.

Salvo algunas marcas en el canto de la pared Este de la cámara de Wellington y algunas líneas sin sentido y el contorno parcial de un pájaro en la pared Este de la cámara de Campbell, Vyse no encontró ninguna inscripción en las paredes este de los compartimentos.

Eso es bastante extraño, en especial cuando se considera que fue excavando un pasaje en el lado Este que Vyse consiguió penetrar en los compartimentos. 





¿Será que los albañiles de la Antigüedad anticiparon que un día un inglés iría a entrar por ese lado y tuvieron la gentileza de no escribir en ellas para que las inscripciones no fueran dañadas? 

O, ¿será que la persona que las diseñó prefirió usar las paredes intactas, olvidando las destruidas?

En otras palabras: ¿no es un hecho que todos los enigmas se muestran de fácil solución cuando partimos de la hipótesis de que las inscripciones no fueron hechas en la Antigüedad, cuando la pirámide estaba siendo construida, sino solamente después que Vyse explotó un pasaje para alcanzar los compartimentos?

La atmósfera que cercaba las operaciones de Vyse aquellos días frenéticos está bien descrita en sus relatos. 

Descubrimientos importantes eran hechos diariamente en las excavaciones en torno a las pirámides, pero dentro de ellas nada se encontraba. 

La tumba de Campbell, descubierta por el detestado Caviglia, generaba no sólo las piezas tan deseadas por los museos de todo el mundo sino las marcas de cantera y jeroglíficos que despertaban gran interés por parte de los egiptólogos. 

Vyse estaba desesperándose, no veía la hora de destacarse, haciendo su propio descubrimiento. 

Finalmente él consiguió penetrar en las cámaras hasta entonces desconocidas, pero descubrió que eran exactamente iguales a la primera, encontrada por Davison, y que ellas estaban vacías, sin cualquier tipo de ornamento en las paredes. 

¿Era sólo eso lo que tenía para exhibir al mundo después de tantos esfuerzos y gastos?

Sabemos, a partir de las crónicas en su diario, que durante el día Vyse mandó el sr. Hill a escribir en las cámaras los nombres del duque de Wellington y del almirante Nelson, héroes de las victorias sobre Napoleón. 




A la noche, desconfío, el sr. Hill volvió a los compartimentos para "bautizar" la Gran Pirámide con los cartuchos de su supuesto constructor.

Como Samuel Birch destacó, "los dos nombres reales ya fueron encontrados en tumbas de operarios empleados por los monarcas de esa dinastía". 

Con seguridad, los artesanos de los faraones conocían el nombre correcto de su rey. 

No era ese el caso de los arqueólogos del inicio del siglo pasado, pues alrededor de 1830 la egiptología aún estaba en su infancia, y nadie sabía de hecho cual sería el dibujo jeroglífico correcto para el faraón que Herodoto había llamado "Kéops".

Con eso en mente, vamos ahora a lo que sospecho aconteció inmediatamente después de la entrada en las cámaras. 

El sr. Hill, al amparo de la noche, probablemente solo, entró en los compartimentos. 

Usando la tinta roja obligatoria, a la luz de velas, agachándose en el espacio limitado, se empeñó en copiar símbolos jeroglíficos venidos de otros lugares. 

Pintó en las paredes intactas las marcas que le parecieron ser las apropiadas.

Y terminó escribiendo, tanto en la cámara de Wellington (2da) como en la de lady Arbuthnot (4ta), el nombre errado.

Con tantas inscripciones de nombres de la 4ª. Dinastía saltando diariamente de las tumbas en torno a las pirámides, ¿cuál era el cartucho que el sr. Hill debería reproducir? 

Poco familiarizado con la escritura jeroglífica, él debe haber llevado consigo algún libro escrito por un especialista en el asunto, del cual copiaría los símbolos tan intrincados. 

La única obra de ese contenido mencionada a menudo en las crónicas de Vyse es "Materia Hieroglyphica", de sir John Gardner Wilkinson. 

Como declaraba el autor en el frontispicio, la meta del libro era informar el lector sobre el "panteón y sucesión de los faraones desde los tiempos más primitivos hasta la conquista de Alejandro Magno". 

Publicada en 1828 - nueve años antes del asalto de Vyse a las pirámides -, la obra era considerada básica para los ingleses interesados en egiptología.

Recordemos de que Samuel Birch afirmó en su informe que "un cartucho de la cámara de Wellington fue publicado por el Sr. Wilkinson en "Materia Hieroglyphica". 

Por lo tanto, tenemos una clara indicación de la probable fuente del cartucho escrito por Hill en el primer compartimiento encontrado por Vyse.

Al consultar el libro de Wilkinson, sentí hasta una cierta pena de Vyse y Hill. 

Además de la completa desorganización en la presentación y en el texto, las ilustraciones que reproducen los cartuchos son pequeñas y apenas impresas. 

El autor parecía tener dudas no sólo en lo que decía respeto a la lectura de los nombres sino también sobre la manera correcta de transcribir los jeroglíficos tallados en piedra. 

El problema más serio era la relación con la señal del Disco, que en los monumentos aparecía como un círculo sólido o una esfera vacía y en la escritura a mano era un círculo con un punto en medio. 




En el libro, él a la vez transcribe la señal encontrada en los cartuchos de los monumentos como un disco sólido y en otros como un círculo con el punto en medio.

Hill debe haber copiado el libro de Wilkinson, pero todos los cartuchos en él mostrados son de la variedad Khnum, los que contienen el símbolo del carnero.



Eso explica el hecho de que, alrededor de 7 de mayo de 1837, sólo hubieran sido encontrados en los compartimentos (inferiores) los cartuchos de ese tipo. 

Sin embargo, el 27 de marzo, cuando se penetró en la última cámara (5ta), la de Campbell, surgió el cartucho vital y concluyente, deletreando Kh-u-f-u. ¿Cómo explicar ese acontecimiento?

Una pista está escondida en un segmento bastante sospechoso de las crónicas de Vyse, donde él habla sobre las piedras de la capa de revestimiento de la Gran Pirámide, "que no muestran el menor vestigio de inscripciones u ornamentos, exactamente como todas las otras pertenecientes a la pirámide" (con excepción de las marcas de cantera supuestamente descubiertas por él). 

Pero, según Vyse, había otra excepción: "parte de un cartucho de Sufis, grabado en una piedra marrón de 10 por 20 centímetros. 

El fragmento fue desenterrado en 2 de junio, en el lado norte".

¿Cómo el coronel podría saber ese día - mucho antes del comunicado oficial del Museo Británico – de que aquello era "parte de un cartucho de Sufis"? 

El hecho es que él deseaba que sus lectores creyeran en eso porque una semana antes (el 27 de mayo) había sido encontrado el cartucho completo en la cámara de Campbell.

Pero ahora viene la parte aún más sospechosa. 

Vyse afirma que la piedra con parte del nombre de Sufis o Khufu fue encontrada el 2 de junio. 

Sin embargo, su crónica tiene fecha del 9 de mayo!

Obviamente él escribió con la intención de llevar a sus lectores a creer que el pedazo de cartucho encontrado fuera de la pirámide, corroboraba el descubrimiento del nombre completo encontrado en el interior de ella algunos días antes. 

Sin embargo, las fechas sugieren que lo que aconteció fue lo contrario: El 9 de mayo, dieciocho días antes del descubrimiento de las marcas en la cámara de Campbell, él ya sabía como debería ser escrito el cartucho vital. 

De alguna forma, alrededor del 9 de mayo, Vyse y Hill se dieron cuenta de que tenían escrito erróneamente el nombre de Kéops.

Ese descubrimiento tal vez explique las frecuentes idas y venidas al Cairo inmediatamente después del descubrimiento de la cámara de lady Arbuthnot, que Vyse relata en su diario. 

Parece muy extraño que él y Hill viajen cuando eran tan necesarios en las pirámides y las crónicas no explican el motivo de todo ese movimiento. 

Creo que la "bomba" que cayó sobre ellos fue un nuevo libro de Wilkinson, una obra en tres volúmenes, titulada "Manners and Customs of the Ancient Egyptians".

Publicado en Londres en 1837, el libro debe haber llegado al Cairo durante aquellos días tensos y dramáticos. 

Y en él, ahora nítido y bien impreso, estaban reproducidos, en un capítulo comentando (pagína 273) esculturas anteriormente descubiertas, tanto el cartucho con el carnero que la pareja hubo copiado, como otro, que Wilkinson leía como "Shufu o Sufis".




1. Nombre de Shufu o Sufis
2. Numba-khufu o Chembes
3. Assekaf o Shepsekaf
4. Shafra, Khafra o Quéfren
5.6. Nombre de o Menfis
7.8. (Menfis o) Ptah-el, la morada de Ptah

"De las tumbas próximas de las pirámides"

Esa nueva publicación del gran especialista debe haber sido un choque enorme para Vyse y Hill, porque él había cambiado de idea sobre el cartucho del carnero (Núm. 2 en la ilustración de su libro). 

Ahora se leía <khnum-Khufu>  "Numba-Khufu o Chembes", en vez de "Sen-Sufis". 



"Esos nombres", -añadía el autor- "habían sido encontrados en tumbas en las vecindades de la Gran Pirámide y era en el cartucho '1' de la ilustración que "percibimos a Sufis o, escrito en jeroglíficos, Shufu o Khufu, nombres fácilmente convertidos en Sufis o Kéops".

-Entonces, era así que tenía que estar el cartucho-, deben haber pensado Vyse y Hill.

Pero, ¿de quién sería el cartucho con el carnero, que ellos habían colocado en las cámaras? 

Explicando las dificultades de interpretación, Wilkinson confesaba no ser capaz de decidir "si los dos primeros nombres aquí presentados son ambos de Sufis o si el segundo es el del fundador de la otra pirámide".

¿Y que podrían Vyse y Hill hacer delante de esa noticia perturbadora? 

El propio libro de Wilkinson les daba una salida, que ellos se apresuraron a aprovechar. 

Según el especialista, los dos nombres "ocurren de nuevo en el monte Sinaí".

De manera poco exacta - fallo común en sus obras -, Wilkinson se refería a las inscripciones encontradas no en el monte Sinaí, sino en las minas de turquesa de la península. 

Esos jeroglíficos habían llegado al conocimiento del público a través del libro "Voyage de L'Arabie Pétrée", de Léon de Laborde et Linat, publicado en 1832, con dibujos extraordinarios mostrando los monumentos y reproduciendo las inscripciones encontradas en el wadi Maghara, que llevaba a las áreas de minería. 

En ese lugar, los faraones mandaron tallar en las paredes rocosas del cañón recuerdos de sus acciones contra asiáticos saqueadores. 

Es en una de esas ilustraciones (página 71 del libro) que están los dos cartuchos mencionados por Wilkinson.



Vyse y Hill no deben haber tenido dificultad en encontrar un ejemplar del libro de Laborde en el Cairo, pues la lengua más hablada allá era el francés. 

Y aquel dibujo en especial parecía responder a la duda de Wilkinson, porque indicaba que el faraón tenía dos nombres, uno con el símbolo del carnero y el otro que se deletreaba Ku-u-f-u. 

Por eso es que alrededor del 9 de mayo, el trío Vyse, Hill y Perring ya sabía que se hacía necesario un cartucho más y como él, debería ser escrito.

En la visita de la cámara de Campbell el 27 de mayo, los tres vieron su oportunidad de reparar el error cometido antes. 

Fue así que el último y conclusivo cartucho apareció en la parte superior del compartimiento recién-descubierto. 

La fama estaba garantizada para Vyse. 

El sr. Hill, como veremos, no salió de la empresa con las manos vacías.

¿Cómo puedo mostrarme tan seguro de mis acusaciones un siglo y medio después de acontecido?

La respuesta es fácil. 

Como la mayoría de los falsificadores, el sr. Hill cometió una serie de errores. 

Y, entre ellos, uno que ningún escriba de la Antigüedad habría cometido.

Acontece que los dos libros en que la pareja Vyse-Hill se basó contenían errores de ortografía. 

Ambos, sin sospecharlo, los reprodujeron en las paredes de las cámaras.

El propio Samuel Birch, en su informe, destacó que el jeroglífico para Kh (la primera consonante del nombre Kh-u-f-u), representa pictóricamente un tamiz (cedazo), "aparece en la obra del sr. Wilkinson sin distinción del símbolo del Disco Solar". 




Ahora que el jeroglífico Kh del nombre Khnum-khufu tendría que estar escrito en todos los cartuchos de las cámaras inferiores (cuyas copias fueron enviadas al Museo Británico para análisis). 

Sin embargo, el símbolo del tamiz (cedazo), que sería el correcto, no fue empleado en ninguno de ellos. 

En todos, el "Kh" (J) estaba representado por el símbolo del Disco Solar. 

Por lo tanto, quien escribió esos nombres repitió el mismo error cometido por Wilkinson...

La ilustración que Vyse y Hill encontraron en el libro de Laborde sólo sirvió para aumentar sus equívocos. 

Ella reproducía la inscripción encontrada grabada en las rocas y tenía el cartucho de "Khufu" a la derecha, y la de "Khnum-khufu" a la izquierda. 

En ambos casos, Laborde, que siempre confesó su ignorancia en jeroglíficos, no hizo ninguna tentativa de leer los símbolos, copió la señal "Kh" como una circunferencia vacía.

Pero, como fue verificado por las más afamadas autoridades (Lepsius en "Denkmaler", Kurt Sethe en "Urkunden des Alten Reich" y A. H. Gardiner y T. Y. Peet en "The Inscriptions of Sinai") en el original la consonante está escrita correctamente con el símbolo del tamiz . 

El francés tampoco fue totalmente exacto al copiar la figura, él la diseñó como siendo la inscripción de un único faraón con dos nombres lo que de hecho eran dos inscripciones vecinas, separadas por una hendidura y grabadas en escrituras diferentes, de dos faraones. 

Vyse y Hill, con base en ese dibujo, decidieron colocar el cartucho crucial con el nombre de "Khufu" en la última cámara que fuera descubierta y lo escribieron, copiando a Laborde, con el símbolo del Disco Solar.



Pero, al hacer eso, el escritor estaba empleando el símbolo jeroglífico y sonido fonético también para RA, el dios supremo de Egipto!

Inadvertidamente, la persona que pintó los cartuchos en las cámaras (inferiores) escribió "Khnum-Rufu" y no "Khnum-Khufu". 



"Rufu" en vez de "Khufu", o sea, usó el nombre del gran dios de forma incorrecta y vanamente: una blasfemia en Egipto Antiguo.

Un error así sería inconcebible para un escriba del tiempo de los faraones. 

Como se puede ver en todos los monumentos e inscripciones de la época, el símbolo para "Ra" y para "Kh" eran siempre correctamente empleados, tanto en inscripciones diferentes como en las hechas por un mismo escriba.

Reafirmo, por lo tanto, que la sustitución de "Kh" por "Ra" es un error que no podría haber sido hecho en la época de Khufu o cualquiera otro faraón. 

Sólo quien no conocía jeroglíficos, no conocía a "Khufu" y la fuerza de la adoración de Ra podría cometer tal herejía.

Añadido a todos los aspectos extraños e inexplicados del descubrimiento comunicado por Vyse, ese error final, en mi opinión, establece finalmente que el coronel y sus ayudantes, y no los constructores de la Gran Pirámide, escribieron las marcas y cartuchos encontrados en las cámaras.

Pero, alguien podría preguntar, ¿no habría el riesgo de que los visitantes - como los cónsules británico y austriaco o lord y lady Arbuthnot - notaran que las inscripciones tenían un aspecto mucho más fresco que las verdaderas marcas de cantera? 

Esa pregunta fue respondida por uno de los propios implicados, el sr. Perring, en su libro "The Pyramids of Gizeh". 

Según él, la tinta usada para las inscripciones era "un compuesto de ocre rojo llamado moghrah, que continúa en uso". 

Entonces, no solamente la misma tinta roja de los originales estaba disponible sino era - citando las palabras del autor - "tal el estado de conservación de las inscripciones que es difícil distinguir una marca hecha ayer de una hecha hace 3 mil años".

Los falsificadores, por lo tanto, no tenían dudas sobre su tinta.

¿Serían Vyse y Hill - posiblemente con la connivencia de Perring - moralmente capaces de hacer una tal falsificación?

Las circunstancias del inicio de la aventura de Vyse, el modo como trató a Caviglia, la cronología de los eventos, su determinación en conseguir un descubrimiento importante en ocasión en que tiempo y dinero estaban escaseando - denuncian un carácter capaz de tal hecho. 

En cuanto al sr. Hill- a quién Vyse agradece profusamente en el prefacio de su libro -, el hecho es que, siendo empleado de una metalúrgica de cobre cuando conoció al coronel, él acabó comprando el Lujoso "Cairo Hotel" poco antes de la partida definitiva de Vyse de Egipto. 

En lo que concierne al sr. Perring - un ingeniero civil que se volvió egiptólogo -, los eventos subsecuentes hablan por sí mismos. 

Pues, animados con el éxito de la falsificación, ellos hicieron una más y tal vez otra...

Mientras trabajaba en la Gran Pirámide, Vyse, sin gran entusiasmo, continuó las excavaciones iniciadas por Caviglia en torno a las otras dos. 

Sin embargo, después del descubrimiento de las inscripciones, incentivado por la fama recién-adquirida, él resolvió aplazar su vuelta a Inglaterra y se envolvió en los esfuerzos concentrados para descubrir los secretos de la Segunda y Tercera Pirámides.

Con excepción de algunas marcas en tinta roja encontradas en piedras sueltas, que peritos del Cairo determinaron como siendo provenientes de las tumbas o de otras estructuras fuera de la pirámide, nada de importancia fue descubierto en la Segunda.

Pero, dentro de la Tercera los esfuerzos de Vyse se mostraron productivos.

A finales de julio de 1837 - como ya mencioné anteriormente -, sus trabajadores consiguieron penetrar en la "cámara sepulcral", encontrando allá un "sarcófago" con bellísimos tallados, pero vacío. 



Inscripciones en árabe en las paredes y "el piso de cámaras y pasillos gastados por el pasar constante de gran número de personas" dejaron claro que "la pirámide había sido muy frecuentada".

Aún en esa "pirámide frecuentada" y a pesar del ataúd de piedra vacío, Vyse consiguió encontrar pruebas de quien fuera su constructor - un hecho equivalente al realizado dentro de la Gran Pirámide.

En otra cámara rectangular, que Vyse llamó "el gran apartamento", fue encontrada una gran cantidad de basura, juntamente con los graffiti en árabe. 

El coronel concluyó que la cámara "era probablemente usada en ceremonias fúnebres, como las otras existentes en Abu Simbel, Tebas etc." 

Cuando se retiró la basura: Encontramos quebrada la parte mayor de la tapa del sarcófago... cerca de ella, sobre un bloque de piedra, descubrimos fragmentos de una tapa de féretro de momia (inscrita en jeroglíficos, entre ellos el cartucho de Menkara) junto con partes de un esqueleto, consistiendo en vértebras y costillas, y huesos de piernas y pies envueltos en un tejido de lana grosero, de memoria amarillenta...

Más pedazos de madera y tejido fueron retirados de la basura.

Así, concluyeron que, como el sarcófago no pudo ser removido, el féretro de madera conteniendo a la momia fue llevado al gran apartamento para ser examinado.

Veamos entonces el escenario esbozado por Vyse: 

Siglos antes los árabes entraron en la cámara, encontraron el sarcófago y abrieron la tapa.

Dentro de él estaba la momia en su féretro de madera - el cuerpo del constructor de la Segunda Pirámide. 

Los invasores llevaron el féretro con la momia para el gran apartamento con la intención de examinarlo a la busca de tesoros, quebrándolo durante el transporte.

Ahora él había encontrado los restos de ese robo y, por suerte, justamente el pedazo de la tapa del féretro donde estaba grabado el cartucho donde se leía Men-ka-ra - nada más y nada menos que el propio Miquerinos de Herodoto.

Con eso, Vyse comprobaba la identidad de un constructor más de las pirámides de Gizeh!

El sarcófago se perdió en el mar por ocasión del naufragio del navío que lo transportaba para Inglaterra, pero el pedazo de féretro y los restos de momia llegaron intactos al Museo Británico y Samuel Birch pudo leer las propias inscripciones y no sólo copias de ellas, como en el caso de las cámaras de la Gran Pirámide. 

Él inmediatamente expresó sus dudas, diciendo que "el féretro de Micerinos muestra una considerable diferencia de estilo cuando es comparado con monumentos de la 4ª. Dinastía".

Wilkinson, sin embargo, aceptó el fragmento como prueba auténtica de la identidad del constructor de la Tercera Pirámide, pero se quedó en duda sobre la momia porque el tejido que la envolvía no le pareció ser de la antigüedad alegada. 

En 1883, Gaston Maspero concluyó que "la tapa de madera del rey Menchere no es de la época de la 4ª. Dinastía". 

En 1892, Kurt Sethe resumió la opinión de la mayoría de los egiptólogos de su tiempo diciendo que la tapa "sólo podría haber sido hecha después de la 20ª. Dinastía".

Como actualmente está científicamente probado, tanto el féretro como los huesos no son restos de un sepelio original. 

En las palabras de L Y. S. Edwards (The Pyramids of Egypt): En la cámara del entierro original, el coronel Vyse descubrió algunos huesos humanos y la tapa de un ataúd de madera donde estaba escrito el nombre de Miquerinos. Esa tapa, que actualmente se encuentra en el Museo Británico, no puede haber sido hecha en la época de ese faraón, pues es de un modelo no usado antes del periodo saítico. Las pruebas con radio-carbono mostraron que los huesos son del inicio de la era cristiana.




Esa afirmación niega la autenticidad del hallazgo pero no va al centro de la cuestión. 

Si los restos no eran del entierro original, sólo podían ser de un sepelio intruso. 

Pero entonces, momia y féretro tendrían que ser del mismo periodo. 

Como no era este el caso, sólo existe una única explicación: alguien colocó dentro de la Tercera Pirámide una momia y un féretro desenterrados en lugares diferentes. 

Y la conclusión ineludible es que ese descubrimiento fue un fraude arqueológico deliberado.

¿La falta de combinación entre las dos piezas habría sido una coincidencia, siendo ellas restos de dos sepelios intrusos? 

Se debe dudar de esa hipótesis en vista de que en el pedazo de féretro estaba inscrito el nombre de Men-ka-ra. 

Ese cartucho fue encontrado en estatuas y templos en torno a la Gran Pirámide y es probable que el ataúd o parte de él haya venido de esa área. 

La atribución del féretro a periodos posteriores tiene origen no solamente en su modelo sino también en la elección de palabras de la inscripción: se trata de una plegaria a Osiris quitada del Libro de los Muertos, por lo tanto, del tiempo del Nuevo Imperio y su presencia en un féretro de la 4ª. Dinastía pareció raro hasta para el ingenuo (aunque erudito) Samuel Birch (Ancient History from the Monuments). 

En cuanto al ataúd en sí, él no necesitaría ser "una restauración" hecha en la 26ª. Dinastía, como sugirieron algunos especialistas, intentando explicar el cartucho, pues sabemos, a partir de la Lista de Reyes del túmulo de Séti I, encontrada en Abidos, que el octavo faraón de la 6ª. Dinastía (cuyos reyes eran enterrados en las inmediaciones de las pirámides de Gizeh) también se llamaba Men-ka-ra y su nombre, a pesar del cambio de la escritura con el pasar de los tiempos, era deletreado de modo similar.

Está claro entonces que alguien descubrió el pedazo de féretro en los alrededores de las pirámides y Vyse, con seguridad, inmediatamente se dio cuenta de la importancia del hallazgo.

Como cuentan sus crónicas, cerca de un mes del descubrimiento en la Tercera Pirámide, él hubo encontrado el nombre Men-ka-ra (Micerinos) escrito en tinta roja en el techo de una de las tres pirámides pequeñas situadas al sur de la Tercera. 



Debe haber sido la suma de los dos hechos que le dio la idea de crear un importante hallazgo arqueológico dentro de la propia pirámide...

Vyse y Perring se quedaron con el crédito por el descubrimiento.

¿Cómo pueden haber perpetrado el fraude - con o sin la ayuda del despierto sr. Hill?

Una vez más, las crónicas de Vyse insinúan la verdad: "No estando presente cuando las reliquias fueron encontradas, solicité al sr. Raven, cuando se encontraba en Inglaterra, que escribiera un relato sobre el descubrimiento". 

Ese "testigo independiente", que de alguna forma fue invitado a estar presente en el momento correcto, es un tal sr. H. Raven, que, dirigiéndose al coronel como "Sir" y suscribiendo su testimonio "su criado obedientísimo", atestiguó lo siguiente:

En la retirada de la basura del gran salón de entrada, después de que los hombres habían estado trabajando allí por varios días y que habían avanzado alguna distancia en la dirección del punto sudeste, fueron encontrados algunos huesos bajo la pila de basura; inmediatamente fueron descubiertos los huesos restantes y partes del ataúd. Nada más de ellos fue hallado en el salón.

Por eso, mandé que toda la basura ya retirada fuera cuidadosamente reexaminado, y entonces fueron hallados varios pedazos del ataúd y del tejido que envolvía a la momia; pero en ningún otro lugar de la pirámide fueron encontrados otros restos, aunque todo haya sido minuciosamente examinado para hacer el ataúd lo más completo posible.

Ahora tenemos una idea mejor de lo que aconteció. 

Por varios días los hombres trabajaron retirando la basura del Gran Apartamento y apilándolo en algún lugar próximo. 

Aunque la basura haya sido examinada, no se encontró nada de diferente.

Entonces, el último día, cuando sólo faltaba limpiar el punto sudeste del salón, fueron descubiertos los huesos y pedazos de ataúd. 

"Nada más de ellos fue encontrado" en el interior de la pirámide. 

Entonces alguien sugirió que la basura colocada del lado de afuera -una pila de 1 metro de altura- fuera "cuidadosamente reexaminada", lo que significa que ya había sido examinada antes, y he ahí que surgen más huesos y principalmente el pedazo del ataúd con el cartucho!

¿Donde estarían el resto del esqueleto y ataúd? 

"Aunque todo haya sido minuciosamente examinado para hacer el ataúd lo más completo posible", nada más fue encontrado en el interior de la pirámide. 

Por lo tanto, a no ser que creamos que huesos y pedazos de ataúd hayan sido llevados como souvenirs en el pasado, sólo podemos imaginar que la persona que colocó los restos en la pirámide llevó sólo los fragmentos necesarios para crear el descubrimiento. 

Una momia completa o un ataúd entero no estaban disponibles, o sería incómodo pasarlos de contrabando al gran salón.

Aclamado por ese segundo descubrimiento, el coronel Vyse, que inmediatamente sería promovido a general, y el sr. Perring, partieron para producir en la casa de campo arqueológica de la pirámide de Djoser, una piedra con el nombre de ese faraón escrito en tinta roja. 

No existen detalles suficientes en las crónicas de Vyse para determinar si allá también hubo una falsificación, pero es increíble que haya sido nuevamente el mismo equipo el que consiguió desenterrar pruebas de la identidad de otro constructor de pirámides.

(Mientras la mayoría de los egiptólogos aceptó sin mayores investigaciones la afirmación de que el nombre de Khufu estaba escrito en la Gran Pirámide, las obras del célebre sir Alan Gardiner sugieren que él tenía dudas sobre el asunto. 

En su libro, "Egypt of the Pharaohs", están reproducidos los cartuchos reales con una clara distinción entre los jeroglíficos para Ra y Kh.

Hablando del nombre de Kéops, él escribió que "el cartucho es encontrado en varias canteras, en las tumbas de sus parientes y nobles de la corte, y en algunos escritos de fechas posteriores".

Es muy significativa la ausencia de la inscripción encontrada en la Gran Pirámide en esa lista...

En sus obras, Sir Alan tampoco hace cualquier mención a los descubrimientos de Vyse y ni aún cita su nombre.

Ante la destrucción de las pruebas de la construcción de las pirámides por faraones, ya no existen motivos para que desconfiemos de la autenticidad de la estela del Inventario, donde se afirma que las pirámides y la Esfinge ya estaban allá cuando Khufu aparece en escena reformando el templo de Isis y homenajeando a Osiris.

No resta nada para contradecir mi afirmación de que las tres pirámides de Gizeh fueron construidas por los "dioses". 

En ellas no existe nada que indique que hayan sido concebidas por hombres para que fueran utilizadas por hombres.

Mostraré ahora que esos monumentos formaban parte de la Reja de Orientación que servía para facilitar las operaciones de aterrizaje en el espacio-puerto de los Nefilim.




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