viernes, 25 de septiembre de 2015

Parte 6: LOS DÍAS ANTES DEl DILUVIO (Escalera al Cielo)








Escalera al Cielo (segundo libro).
Parte 6: LOS DíAS ANTES DEL DILUVIO.
ZECHARIA SITCHIN
1980, Nueva York, USA.






"Entendiendo las enigmáticas palabras grabadas en piedra de los días antes del diluvio."

Así afirmó, en una inscripción auto-laudatoria, el rey asirio Asurbanipal. 

De hecho, a lo largo de la diversificada literatura de la antigua Mesopotamia, se encontraba aquí y allí referencia a un diluvio que hubo barrido la Tierra. 

Cuando los eruditos comenzaron a encontrarlas, se quedaron dudando - ¿sería el relato bíblico sobre el diluvio no un mito o alegoría, sino el registro de un evento verdadero y no recordado sólo por los hebreos?

Además de eso, aún esa única sentencia en la inscripción de Asurbanipal estaba llena de dinamita científica. 

Ella no solamente confirmaba que había existido un diluvio sino también declaraba que por haber sido enseñado por el Dios de los Escribas, el rey era capaz de leer inscripciones antediluvianas, "las enigmáticas palabras grabadas en piedra de los días antes del diluvio". 

Entonces, eso sólo podía significar que aún antes del diluvio ya había escribas y talladores, idiomas y escritura - que había existido una civilización en los remotos antediluvianos!

Ya fué bastante traumático los eruditos sean obligados a reconocer que las raíces de nuestra moderna civilización occidental no estaban en Grecia o Judea del primer milenio a.C., en la Asiría y Babilonia del segundo milenio a.C. y ni aún en Egipto del tercer milenio a.C., sino en la Sumeria del cuarto milenio a.C. 

Ahora la credibilidad científica tendría que volver aún más para atrás, hacia una época que hasta los sumerios llamaban de "viejos días" - hacia una enigmática era "antes del diluvio".

Sin embargo, todas esas revelaciones chocantes deberían ser noticia vieja para cualquier persona que se haya tomado el trabajo de leer las palabras del Viejo Testamento dentro de su verdadero significado: 

"Después que la Tierra y el cinturón de asteroides fueron creados (El Rak'iba, o Cielo del Génesis), la Tierra tomó forma, se creó "Adán" y el hombre fue colocado en el Jardín que quedaba en el Edén". 

Sin embargo, por intermedio de las maquinaciones de una brillante "serpiente" que se atrevió a desafiar a Dios, Adán y su compañera, Eva, adquirieron un cierto conocimiento que no debían poseer. 

Ante eso, el Señor, hablando a seres cuyos nombres no aparecen en la Biblia, se preocupó con la posibilidad de que el hombre, "como ya es uno de nosotros", podría también servirse del Árbol de la Vida y comer y vivir para siempre. Así:

Él proscribió al hombre
Y colocó delante del Jardín del Edén
Los Querubines y la llama de la Espada Fulgurante
Para guardar el camino del Árbol de la Vida.

De esa forma Adán fue expulsado del maravilloso pomar que el Señor había plantado en el Edén, para de ahí en delante "comer las hierbas del campo" y obtener su sostén "con el sudor de su rostro". 

Y Adán "conoció a Eva, su mujer; ella concibió y dio a luz a Caín... y también dio a luz a Abel, hermano de Caín. Abel se hizo pastor de ovejas y Caín cultivaba el suelo".

Así, la afirmación que la Biblia hace sobre una civilización antediluviana sigue dos líneas, comenzando con la de Caín.

Después de asesinar Abel - existe una insinuación de homosexualidad como la causa -, Caín fue proscrito para el este, para la Tierra de Nod, la "Tierra de las Migraciones". 

Allá su mujer dio a luz a Enoc un nombre que significa "fundación". 

La Biblia explica que Caín "se hizo un constructor de ciudad" cuando su hijo nació" y dio a la ciudad el nombre de su hijo, Enoc". 

(La aplicación del mismo nombre para una persona y la ciudad asociada a él fue una costumbre que prevaleció a lo largo de toda la historia de la Antigüedad del Oriente Medio.)

La línea de Caín continuó con Irad, Mavíael, Matusalén y Lamec. 

El primer hijo de Lamec fue Jubal - nombre que en el hebraico original (Yuvat) significa "el tocador de flauta". 

Como explica el Libro del Génesis, él fue "el padre de todos los que tocan la lira y charamela".

Un segundo hijo de Caín, TubalCaín, "fue el padre de todos los laminadores en cobre y hierro". Lo que aconteció con ese habilidoso pueblo del este en la tierra de Nod nos quedamos sin saberlo, pues el Viejo Testamento, considerando maldita la línea de Caín, pierde todo el interés en dar la lista de su genealogía y su destino.

El Libro del Génesis, en su Capítulo 5, vuelve Adán y a su tercer hijo, Set. 

Adán, somos informados, tenía 130 años cuando Set nació y vivió ochocientos años más, durando por lo tanto, en total, 930 años. 

Set, que fue padre de Enoc a los 105 años, vivió hasta los 912 años. 

Enós tuvo a Cainã a los 90 años y murió con 905. Cainã vivió 910 años. Su hijo Malaleel tenía 895 años cuando murió. 

Y su hijo, Jared, falleció a los 962 años. Sobre todos esos patriarcas antediluvianos, el Libro del Génesis suministra un mínimo de informaciones: el nombre de sus padres, la edad que tenían por ocasión del nacimiento de sus herederos masculinos y ("después de que engendran hijos e hijas") la edad con que murieron. 

Sin embargo, el patriarca que se sigue a ellos recibe un tratamiento especial:

Cuando Jared completó 162 años, engendró a Enoc...
Cuando Enoc completó 65 años, engendró a Matusalén.
Enoc anduvo con Dios.
Después del nacimiento de Matusalén,
Enoc vivió trescientos años y engendró hijos e hijas.
Toda la duración de la vida de Enoc fue de 365 años.

Y ahí se sigue la explicación - una explicación impresionante - de el por qué Enoc fue considerado digno de tanta atención y detalles biográficos: Enoc no murió!

Enoc anduvo con Dios, después desapareció,
Pues Dios lo arrebató.

Matusalén fue el patriarca más longevo; vivió 969 años y engendró a Lamec. Lamec, que vivió 777 años, engendró a Noé, el héroe del diluvio. 

En este punto del Génesis existen informaciones más detalladas: Lamec dio ese nombre a su hijo porque la Humanidad estaba pasando por una época de gran sufrimiento y el suelo era estéril e improductivo. Al llamar al hijo de Noé ("Descanso"), Lamec expresó la esperanza de que "este nos traerá descanso de nuestra lucha y frustraciones en la tierra que Dios maldijo".

Y así, a lo largo de diez generaciones de patriarcas antediluvianos bendecidos con lo que los eruditos llaman duraciones de vida "legendarias", la narrativa bíblica llega a los eventos del diluvio.

El diluvio es presentado en el Libro del Génesis como una oportunidad aprovechada por Yahveh para hacer "desaparecer de la superficie de la Tierra a los hombres que creé". 

Los antiguos autores hallaron necesario suministrar una explicación para una decisión tan drástica. 

Según somos informados, ella tuvo que ver con las perversiones carnales de los hombres, específicamente con las relaciones sexuales entre "las hijas de los hombres" y "los hijos de Dios".

A despecho de los esfuerzos monoteístas de los compiladores y editores del Libro del Génesis, luchando para proclamar la fe en una única deidad en un mundo que en la época creía en muchos dioses, restan numerosos deslices en que la narrativa bíblica habla de dioses en plural. 

El propio término para "deidad" (cuando el Señor no es específicamente llamado de Yahveh) no es el singular El, sino el plural Elohim. 

Cuando ocurre la idea de crear Adán, la narrativa adopta el plural: "Dios (Elohim) dijo: Hagamos al hombre a nuestra imagen, y nuestra semejanza". 

Y, después del incidente con el fruto del conocimiento, Elohim de nuevo habló en el plural, dirigiéndose a seres no identificados.

Y ahora transpira de cuatro enigmáticos versos del Libro del Génesis, Capítulo 6, que preparan la escena para el diluvio, que no sólo existían deidades (Elohim) en el plural, sino que ellas hasta tenían hijos (también en el plural). 

Esos hijos enfurecieron al Señor al tener sexo con las hijas de los hombres, aumentando su pecado a los que engendraron hijos o semi-dioses a partir de esa cópula ilícita:

Cuando los hombres comenzaron a ser numerosos
Sobre la faz de la Tierra y les nacieron hijas,
Los hijos de Dios vieron
Que las hijas de los hombres eran bellas
Y tomaron como mujeres
Todas las que más les agradaban.

El Antiguo Testamento explica aún:

Ora, en aquel entonces (y también después),
Cuando los hijos de Dios se unían a las hijas de los hombres
y estas les daban hijos,
Los Nefilim habitaban sobre la Tierra;
Estos eran los Poderosos de la Eternidad, el Pueblo del Shem.

Nefilim - tradicionalmente traducido "gigantes" - significa literalmente "Aquellos que Fueron Lanzados Sobre" la Tierra.

Ellos eran los "hijos de los dioses" - el pueblo del Shem, o sea, el pueblo de los cohetes espaciales.

Volvamos, entonces, a la Sumeria y a los DIN.GIR, "Los Justos de los Cohetes Espaciales". 

Tomemos ahora los registros sumerios en el punto donde paramos anteriormente - 450 mil años atrás.

Fue hace cerca de 450 mil años, afirman los textos sumerios, que astronautas de Marduk llegaron a la Tierra en búsqueda de oro.

Necesitaban de él no para la confección de joyas, sino para alguna necesidad apremiante conectada a la supervivencia en el 12º planeta.

El primer grupo de desembarque estaba compuesto de cincuenta astronautas; ellos eran llamados Anunnaki - "Los del Cielo que Están en la Tierra". 

Ese grupo descendió en el mar Arábico y fueron a lo alto del golfo Pérsico, allá establecieron su primera Estación Terrestre, Y.RÍE.DU - "Hogar en lo Lejano Construido". 

El comandante era un brillante científico e ingeniero que adoraba navegar por los mares, y cuyo hobby era pescar. 

Él era llamado Y.A. - "Aquel Cuya Casa ES Agua" - y mostrado como el prototipo de Acuario; pero, por haber liderado el aterrizaje, recibió el título de EN.KI - "Señor Tierra”. 




Como todos los otros dioses sumerios, el aspecto que lo distinguía era el casco con cuernos.

El plan original, según todo indica, era extraer oro del agua del mar, pero eso probó ser insatisfactorio. 

La única alternativa que restó fue obtenerlo de la manera más difícil: extraer el mineral del sudeste de África, transportarlo en embarcaciones hasta la Mesopotamia para allí derretirlo y refinarlo. 

Enseguida, los lingotes de oro eran enviados para el espacio en el autobús espacial, que los dejaba en una nave que orbitaba la Tierra. 

Allí ellos se quedaban esperando la llegada periódica de una navemadre, que llevaba el precioso metal hacia el planeta de los astronautas.

Para hacer todo eso posible, más Anunnaki tuvieron que venir a la Tierra, ellos eran seiscientos. 

Otros trescientos cuidaban del autobús espacial y de la estación orbital. Un espacio-puerto fue construido en Sippar ("Ciudad de los Pájaros"), en la Mesopotamia, en un lugar alineado con el marco geográfico más notable del Oriente Medio - los picos del monte Ararat. 

Otros poblados con varias funciones - como el centro de fundición y refinación de Bad-Tibira, un centro médico llamado Suripak - fueron instalados a modo de formar un Corredor de Aterrizaje en forma de flecha. 

En el centro exacto, NIBRU.KI - "El Lugar del Cruce en la Tierra" (Nippur en acadiano), se estableció el Centro de Control de la Misión.




El comandante-general de esa vasta iniciativa en el planeta Tierra era EN.LIL - "El Señor del Comando". 




En la escritura pictográfica primitiva de los sumerios, el nombre de Enlil y de su Centro de Control de la Misión eran diseñados como un complejo de estructuras con antenas altas y grandes telas de radar.




Tanto Ea-Enki como Enlil eran hijos del gobernante del 12º Planeta en la época, AN (Anu en acadiano), cuyo nombre significaba "Aquel de los Cielos" y era escrito pictográficamente como una estrella .








A pesar de ser el primogénito, Ea no era el heredero del trono, pues ese derecho cabía a Enlil, por haber nacido de otra esposa de Anu que también era su mediahermana.

Tal vez debido al aumento de urgencia de la iniciativa, Enlil fue enviado a la Tierra y le quitó el comando a Ea, el llamado Señor Tierra. 

La situación se complicó aún más con la llegada de la Primer Oficial Médico -NIN.HUR.SAG ("Señora del Pico de la Montaña") - media-hermana tanto de Ea como de Enlil, lo que estimuló a los dos a buscar sus favores, pues un hijo de uno de ellos con Ninhursag heredaría el trono. 




El constante resentimiento de Ea contra el hermano, sumado a la creciente competición entre los dos, acabó derramándose sobre sus descendientes y fue la causa subyacente de los muchos eventos que se siguieron.

Con el pasar de los milenios en la Tierra - aunque para los Anunnaki cada 3.600 años terrestres fueran sólo uno de su propio ciclo de vida -, esos astronautas sin patente comenzaron a protestar. 

¿Cabría a ellos, como hombres conectados a las misiones espaciales, que se quedaran cavando mineral en túneles calientes, oscuros y polvorientos? 

Ea, tal vez evitando roces con el hermano, pasaba cada vez más tiempo en el sudeste de África, lejos de la Mesopotamia. 

Los Anunnaki que luchaban en las minas dirigían sus quejas hacia él y juntos conversaban sobre sus insatisfacciones mutuas.

Entonces, un día, cuando Enlil llegó al área de minería en un viaje de inspección, fue dada la señal. 

Hubo un motín. 

Los Anunnaki salieron de las minas, tiraron sus herramientas en el fuego, se dirigieron para la casa donde Enlil estaba y la cercaron, gritando: "Basta!”

Enlil entró en contacto con Anu y se ofreció para desistir del comando y volver a su planeta. 

Anu vino a la tierra. Se montó una corte marcial. Enlil exigió que el instigador del motín fuera condenado a muerte. 

Los Anunnaki, como un todo, rechazaron a divulgar su identidad. Oyendo los testimonios, Anu concluyó que, en verdad, el trabajo era demasiado duro. 

Pero, ¿cómo interrumpir la minería del oro?

Fue entonces que Ea ofreció una solución. 

Contó que, en el sudeste de África, vagaba un ser que podría ser entrenado para ejecutar algunas de las tareas de minería, siempre que la "marca de los Anunnaki" pudiera ser colocada en ellos. 

Ea se refería a los hombres y mujeres que habían evolucionado en la Tierra, pero que aún estaban en un nivel de evolución muy distante del alcanzado por los habitantes del 12º. Planeta. 

Después de mucha deliberación, él recibió carta blanca: "Crea un Lulu, 'un trabajador primitivo'; que él soporte el yugo de los Anunnaki".

Ninhursag, en calidad de Primer Oficial Médico, iría a ayudarlo en la empresa. 

Hubo muchas tentativas y errores hasta encontrarse el procedimiento correcto. 

Extrayendo el óvulo de una mujer-mono, Ea y Ninhursag lo fertilizaron con el esperma de un joven astronauta. 

Enseguida implantaron ese huevo no en el útero de la mujer-mono, sino en el de una astronauta.

Finalmente fue conseguido el "Modelo Perfecto" y Ninhursag gritó de alegría: "Yo lo creé! Mis manos lo hicieron!" 

Y lo levantó para que todos vieran el primer Homo sapiens el primerísimo bebé de probeta de la Tierra!

Sin embargo, como cualquiera otro híbrido, el terrícola no podía procrear. 

Para obtenerse más trabajadores primitivos, otros óvulos de mujeres-monos fueron extraídos, fertilizados y reimplantados en úteros de "diosas del nacimiento" - catorce de cada vez, de las cuales siete generarían hombres y siete, mujeres.

A medida que los terrícolas comenzaron a encargarse del trabajo de minería en el sudeste de África, los Anunnaki que laboraban en la Mesopotamia pasaron a envidiar sus compañeros y comenzaron a clamar por la ayuda de trabajadores primitivos. 

A pesar de las objeciones de Ea, Enlil se apoderó de algunos terrícolas y los llevó para Y.DIN - "La Morada de los Justos" en la Mesopotamia. 

El evento está registrado en la Biblia: 

"Yahveh Dios tomó al hombre y lo colocó en el Jardín del Edén para cultivar y guardar".

Durante todo ese tiempo, los astronautas que habían venido a la Tierra se preocupaban con el problema de la longevidad. 

Sus relojes biológicos estaban ajustados para su propio planeta. El tiempo que él llevaba para hacer una órbita completa en torno al Sol era para sus habitantes un año del ciclo de vida. 

Sin embargo, en un único año de esos, la Tierra orbitaba el Sol 3.600 veces, o sea, 3.600 años para la vida originaria de la Tierra. 

Para mantener sus ciclos vitales más largos en la Tierra más veloz, los astronautas consumían un "Alimento de la Vida" y una "Agua de la Vida", que venían de su planeta natal. 

En los laboratorios biológicos de Eridu, cuyo emblema era la señal de las Serpientes Enlazadas, Ea intentaba desvelar los secretos de la vida, reproducción y muerte. 

¿Por qué los hijos nacidos de astronautas en la Tierra envejecían más rápido que sus padres?




¿Por qué los hombres-monos tenían una vida tan corta? Por qué el híbrido Homo sapiens vivía mucho más que el hombre-mono, pero tenía una existencia breve cuando era comparada con la de los visitantes a la Tierra? 

¿Sería debido a factores ambientales o a tendencias genéticas?

Realizando nuevos experimentos en la manipulación genética de híbridos, y usando su propio esperma, Ea encontró otro "modelo perfecto" de terrícola. 

Adapa, como lo llamó, tenía una inteligencia mayor y, por encima de todo, la capacidad de procrear, pero no poseía la longevidad de los astronautas:

Con amplia comprensión él lo hubo perfeccionado...
Para él le fue dado el Conocer; 
la vida Eterna no le concedió.

Así Adán y Eva del Libro del Génesis recibieron la dádiva o fruto no sólo del Conocimiento, sino también del Conocer - el término bíblico hebraico para la cópula con la intención de engendrar descendientes. 

Encontramos ese cuento "bíblico" ilustrado en un dibujo sumerio arcaico.




Enlil se quedó indignado al descubrir lo que Ea hizo. 

Jamás se pretendió que el hombre fuera capaz de procrear como los dioses. 

Se quedó preguntándose lo que vendría enseguida. ¿Ea daría al hombre una vida eterna? 

En el 12º. Planeta, Anu también se quedó perturbado. 

"Levantándose de su trono, ordenó: Que traigan Adapa para acá”!

Temiendo que su humano perfeccionado fuera destruido en la Morada Celestial, Ea lo instruye- para evitar el alimento y el agua que le serían ofrecidos, pues contendrían veneno. 

El lo aconsejó:

Adapa,
Tú estás yendo delante de Anu, el Gobernante.
Tomarás el camino para el cielo.
Cuando al cielo que tú hayas subido
Y aproximado al portón de Anu,
En él encontrarás a Tammuz y a Gizzida esperando...Ellos
hablarán con Anu;
Harán que el rostro benigno de Anu te sea mostrado.
Cuando estuvieras delante de Anu,
Cuando te ofrezcan el Pan de la Muerte,
Tú no lo comerás.
Cuando te ofrezcan el Agua de la Muerte,
Tú no a beberás...

"Entonces él lo hizo tomar la carretera para el cielo y para el cielo Adapa subió."

Cuando Anu vio Adapa, se quedó impresionado con su inteligencia y cuánto había aprendido de Ea sobre "el plan del Cielo y de la Tierra". 

"¿Qué haremos con él?", preguntó a sus consejeros, ya que Ea lo "hubo distinguido haciendo un Shem para él" - permitiendo que Adapa viajara en una nave espacial de la Tierra para Marduk.

La decisión fue mantener a Adapa permanentemente en Marduk.

Para que él pudiera sobrevivir, "el Pan de la Vida le fue traído", así como el Agua de la Vida. 

Sin embargo, alertado por Ea, Adapa se negó a comer y a beber. 

Cuando sus falsas razones fueron descubiertas, ya era demasiada tarde; la oportunidad de obtener la vida eterna había pasado.

Adapa fue devuelto a la Tierra - un viaje durante el cual vio el "terrorífico" espacio, "del horizonte del Cielo al cenit del Cielo".

Los dioses lo ordenaron como Alto Sacerdote de Eridu y Anu le prometió que de esa fecha en delante la Diosa de la Cura trataría también los males de la humanidad. 

Sin embargo, la meta máxima del mortal - la vida eterna - ya no sería alcanzada.

De ahí en delante, la raza humana proliferó. Los humanos ya no eran sólo esclavos en las minas o siervos en los campos. 

Ellos ejecutaban todas las tareas, construían "casas" para los dioses – lo que llamamos "templos" - e inmediatamente aprendieron a cocinar, bailar y tocar música para ellos. 

No tardó mucho y los jóvenes Anunnaki, carentes de compañía femenina, comenzaron a tener sexo con las hijas de los hombres. 

Una vez que todos provenían de la misma primera semilla de la Vida y el hombre era un híbrido creado con la "esencia" genética de los Anunnaki, los astronautas y terrícolas descubrieron que eran biológicamente compatibles "y de ellos nacieron hijos".

Enlil observaba esos eventos con creciente preocupación. 

El propósito original de la llegada a la Tierra, el sentido de la misión, de dedicación a la tarea ya no existía. 

La principal preocupación de los Anunnaki parecía ser una buena vida, y peor, en la compañía de una raza de híbridos!

Fue la propia naturaleza que ofreció la Enlil la oportunidad de colocar un fin en el deterioro de las costumbres y ética de los Anunnaki. 

La Tierra estaba entrando en una nueva Edad del Hielo y el clima agradable sufría cambios. 

A medida que el clima iba enfriando, también se hacía más seco. Las lluvias se hicieron menos frecuentes, las aguas de los ríos más escasas. 

Las cosechas fracasaron, el hambre se esparció. La Humanidad comenzó a enfrentar grandes sufrimientos; los hijos escondían alimentos de sus padres, madres se comían a sus niños. 

Ha pedido de Enlil, los dioses evitaron ayudar la Humanidad: "Ellos que mueran de hambre, ellos que sean diezmados", decretó Enlil.

En el "Grande Abajo" - en Antártida - la Edad del Hielo también estaba causando cambios. 

De año a año el glaciar de hielo que cubría el continente en el polo sur se hacía más espeso. 

Bajo la creciente presión de su peso, hubo un aumento del roce y calor en su faz interior. 

Luego el inmenso glaciar flotaba en una placa escurridiza de lodo. 

En la estación orbital vino la alerta: el glaciar de hielo estaba entrando en equilibrio inestable; si el resbalara del continente hacia el océano la inmensa onda causada por el impacto cubriría toda la Tierra!

El peligro era inminente. En el cielo, el 12º. Planeta estaba vuelto hacia su punto más próximo a la Tierra, entre Júpiter y Marte. 

Como ya había acontecido en ocasiones anteriores, su fuerza gravitacional causaría terremotos e inestabilidad en los movimientos de la Tierra. 

Se calculaba que esa fuerza gravitacional desencadenaría el desligamiento del glaciar polar, inundando la Tierra con un diluvio global. 

Los propios astronautas no quedarían inmunes a la catástrofe.

Mientras se iniciaban los preparativos para juntar a todos los Anunnaki cerca del espacio-puerto y dejar listas las naves que los llevarían hacia el espacio antes de que la onda llegara, fueron empleadas artimañas para mantener en secreto a la Humanidad el desastre inminente. 

Temiendo la invasión del espacio-puerto por una turba desesperada, todos los dioses fueron obligados a jurar que no revelarían el secreto. 

"En cuanto a los hombres", dijo Enlil, "ellos que perezcan; que la semilla del terrícola sea eliminada de la faz de la Tierra.”

En Suripak, la ciudad gobernada por Ninhursag, las relaciones entre el hombre y los dioses habían alcanzado su punto máximo.

Allá, por primera vez, un terrícola había alcanzado la posición de rey. 

Con el crecimiento de los sufrimientos de la raza humana, ZI.U.SUD.RA (como los sumerios lo llamaban) suplicó el auxilio de Ea. 

De tarde en tarde, Ea y sus marineros traían clandestinamente para el rey y su pueblo una carga de pez. 

Sin embargo, ahora la cuestión envolvía el propio destino de la Humanidad. 

Todo el trabajo de Ea y Ninhursag perecería "y se volvería barro" - como Enlil deseaba -, o, ¿la semilla de la Humanidad debería ser preservada?

Actuando por cuenta propia, pero atento a su voto de guardar secreto, Ea vio en Ziusudra la oportunidad de salvar a la raza humana. 

Así que el rey volvió para orar y suplicar en el templo, Ea comenzó a susurrar por detrás de una tela. Fingiendo conversar consigo, dio instrucciones urgentes la Ziusudra:

Derrumba la casa, construye un barco!
Desiste de tus posesiones, busca la vida!
Olvida lo que tienes, mantén tu alma viva!
Embarca la semilla de todas las cosas vivas.
Ese barco construirás
Según las medidas.

La embarcación sería una nave sumergible, un "submarino" capaz de soportar la avalancha de agua. 

Los textos sumerios contienen las dimensiones y otras instrucciones estructurales para los varios sectores y compartimentos con tal riqueza de detalles que es posible diseñar el barco, como lo hizo Paul Haupt.

Ea también suministró un navegador a Ziusudra, mandándolo dirigir la embarcación hacia el "Monte de la Salvación", el monte Ararat. 

Siendo la cadena de montañas más alta del Oriente Medio, sus picos serían los primeros a emerger del agua. 

El diluvio vino como esperado. 

"Ganando velocidad mientras soplaba" del sur, "sumergiendo montañas, derrumbando personas como en una batalla.

"Viendo la catástrofe por encima, mientras orbitaban la Tierra en su nave, los Anunnaki y sus líderes percibieron cuánto se habían enamorado de la Tierra y de la Humanidad. 

"Ninhursag lloró... los dioses lloraron con ella por la Tierra... Los Anunnaki, acongojados, se sentaban y lloraban" amontonados, helados y hambrientos, en su autobús espacial.

Cuando las aguas bajaron y los Anunnaki comenzaron a aterrizar en el Ararat, se quedaron encantados al descubrir que la semilla de la Humanidad estaba a salvo. 

Sin embargo, cuando Enlil llegó, se enfureció al ver que "una alma viva hubo escapado".

Fueron necesarias muchas súplicas de los Anunnaki y el poder de persuasión de Ea para hacerlo entender su punto de vista - si la Tierra iba a ser repoblada, los servicios del hombre serían indispensables.

Y fue así que los hijos de Ziusudra y sus familias fueron enviados para poblar las cadenas de montañas que flanqueaban la llanura de los dos ríos, esperando la hora cuando esa área estuviera suficientemente seca para ser habitada. 

En cuanto la Ziusudra, los Anunnaki:

La vida de un dios le dieron;
Hálito eterno, como el de un dios, le concedieron.

Eso fue conseguido a través del cambio del "Hálito de la Tierra" de Ziusudra por el "Hálito del Cielo". 

Entonces ellos llevaron a Ziusudra, "el preservador de la semilla de la Humanidad", y a su mujer, para "que residan en el lugar lejano".

En la Tierra de la Travesía,
En la Tierra de Tihnun
En el lugar donde Utu se eleva,
Ellos lo hicieron habitar.

Se hace evidente, por lo tanto, que las leyendas sumerias sobre los dioses del Cielo y de la Tierra, de la creación del hombre y del diluvio fueron la fuente de la cual otras naciones del antiguo Oriente Medio extrajeron su conocimiento, creencias y "mitos".

Ya vimos cómo las creencias egipcias combinaban con las sumerias, cómo su primera ciudad sagrada recibió el nombre en homenaje a An, como Ben-Ben se asemejaba al GIR sumerio, y así en delante.

También es generalmente aceptado en los días de hoy, que los relatos bíblicos sobre la Creación y los eventos que llevaron al diluvio son versiones hebraicas condensadas de las tradiciones sumerias. 

El héroe bíblico del diluvio, Noé, era el equivalente del Ziusudra sumerio (llamado Utnapishtim en las versiones acadianas). 

Sin embargo, mientras los sumerios afirmaban que el héroe del diluvio fué hecho inmortal, nada en la Biblia es dicho a ese respecto sobre Noé. 

La inmortalización de Enoc también recibe poca atención, al contrario de los cuentos sumerios sobre Adapa y otros textos tratando del ascenso de escogidos. 

Sin embargo, esa abrupta actitud bíblica no fue capaz de impedir la diseminación, a lo largo de milenios, de leyendas sobre los héroes bíblicos y su estadía en el paraíso o su retorno a él.

Según leyendas muy antiguas, que sobrevivieron en varias versiones originarias de una composición con casi 2 mil años de edad llamada El Libro de Adán y Eva, Adán enfermó después de completar 930 años. 

Viendo al padre "enfermo y sufriendo dolores", su hijo Set se ofreció para ir "hasta el portón del paraíso más próximo... y lamentar y suplicar a Dios; tal vez él me oirá y enviará Su ángel para traerme la fruta la cual tú tanto ansiaste" - el fruto del Árbol de la Vida.

Pero Adán, aceptando su destino de mortal, sólo deseaba alivio para los dolores lacerantes. 

Así, pidió a Eva, su mujer, fuera en compañía de Set hasta "las vecindades del paraíso", para que allá pidieran no el Fruto de la Vida, sino una única gota del "óleo de la vida", que escurría del árbol sagrado, "para ungirme con él, de modo que yo pueda tener alivio de estos dolores".

Haciendo como Adán pidió, Eva y Set llegaron a los portones del paraíso y rogaron al Señor. 

Finalmente, el ángel Miguel se apareció a ellos anunciando que la súplica no sería atendida. 

"El tiempo de la vida de Adán terminó", dijo el ángel; su muerte no debía ser evitada o aplazada. 

Seis días después, Adán murió.

Incluso los historiadores de Alexander crearon un vínculo directo entre sus aventuras y Adán, el primer hombre que vivió en el paraíso y era prueba de su existencia y poderes de conceder vida.

Ese vínculo era una piedra, única de su tipo, capaz de emitir luz. 

Se decía que ella fué sacada del Jardín del Edén por Adán y que había pasado de generación en generación hasta llegar a las manos de un faraón inmortal, que la había dado al rey de la Macedonia.

Esa trama de paralelos se hace más densa a medida que vamos tomando conciencia de la existencia de otras leyendas, como el antiguo cuento judaico que afirmaba que el cayado, con el cual Moisés realizó muchos milagros, inclusive la separación de las aguas del lago de Juncos, fue traído por Adán del Jardín del Edén. 

Adán lo dio a Enoc que por su parte lo pasó a su bisnieto Noé, el héroe del diluvio. 

Enseguida él fue heredándolo por la línea de Sin, de generación en generación, hasta llegar a Abraham (el primer patriarca hebreo post-diluviano). 

El bisnieto de Abraham, José, llevó el cayado consigo cuando fue a Egipto, donde alcanzó muy alta posición en la corte del faraón. 

Allá el cayado permaneció entre los tesoros del reino y fue así que llegó a las manos de Moisés, pues este fue criado en la corte y vivía como un príncipe egipcio antes de huir para la península del Sinai. 

En una versión de esa leyenda, el cayado era hecho de una única piedra; en otra, de una rama del Árbol de la Vida que crecía en el Jardín del Edén.

En esas relaciones entrelazadas, volviendo a los más primitivos de los tiempos, también existían leyendas conectando Moisés a Enoc. 

Un cuento judaico, llamado "El Ascenso de Moisés", habla de que cuando el Señor llamó Moisés en el monte Sinaí y lo encargó de llevar a los israelitas para afuera de Egipto, este resistió a la misión por varios motivos, entre ellos su habla vaga y poco elocuente. 

Determinado a acabar con esa humildad, el Señor decidió mostrar a Moisés "los ángeles", los misterios del cielo y el lugar donde quedaba su trono. 

Entonces "Dios ordenó a Metatrón, el Ángel de la Fisonomía, conducir Moisés hasta las regiones celestiales". 

Aterrorizado, Moisés preguntó a Metatrón: "¿Quién eres tú?" 

Y el ángel (literalmente: "emisario") respondió: "Soy Enoc, hijo de Jared, tu ancestro". 

Acompañado por el angélico Enoc, Moisés viajó por los siete cielos, vio el infierno y el paraíso y enseguida fue devuelto al monte Sinaí, donde aceptó su misión.

Otro libro muy antiguo lanza más luz sobre las ocurrencias relacionadas con Enoc y su preocupación con el inminente diluvio y su bisnieto Noé. 

Llamado "Libro de los Jubileos", él también era conocido en la Antigüedad como el "Apocalipsis de Moisés", pues habría sido escrito por éste en el monte Sinaí mientras un ángel le dictaba las historias del pasado. 

(Los eruditos, empero, creen que la obra fue compuesta el segundo siglo a.C.)

El relato sigue de cerca las narrativas bíblicas del Libro del Génesis, pero suministra más detalles, como los nombres de las mujeres e hijas de los patriarcas pre-diluvianos, y amplía los eventos experimentados por la Humanidad en esa época distante.

La Biblia nos informa que el padre de Enoc era Jared ("Descendido"), pero no por qué él recibió ese nombre. 

El Libro de los Jubileos nos esclarece al respecto. Dice que los padres de Jared le dieron ese nombre:

Pues en sus días los ángeles del Señor descendieron a la Tierra
–Aquellos que son llamados "Los Observadores"
–Para instruir a los hijos de los hombres
E implantar el juicio y la restricción en la Tierra.

Dividiendo las eras en "jubileos", el Libro de los Jubileos continúa narrando que "en el 11º jubileo, Jared tomó para sí una esposa; Baraka ("Claro del Rayo") hija de Rasujal, una hija del hermano de su padre... y ella le dio un hijo y lo llamó Enoc. 

Él fue el primero entre los hombres nacidos en la Tierra que aprendió la escritura, el conocimiento y la sabiduría, y escribía las señales del cielo de acuerdo con el orden de sus meses en un libro, para que los hombres puedan conocer las estaciones del año según el orden de sus meses".

En el 12º jubileo, Enoc tomó por esposa a Edni ("Mi Edén"), hija de Dan-el. 

Ella le dio un hijo, Matusalén. Después de eso Enoc "anduvo con los ángeles de Dios por seis jubileos de años y ellos le mostraron lo que existe en los cielos y en la Tierra... y él escribió todo".

Pero, a aquellas alturas, la situación se complicaba. 

El Génesis cuenta que antes del diluvio "los hijos de los dioses vieron que las hijas de los hombres eran bellas y tomaron como mujeres todas las que más les agradaban... Dios se arrepintió de haber hecho a los hombres... y Dios dijo: haré que los hombres desaparezcan de la faz de la Tierra”.

Según el Libro de los Jubileos, Enoc desempeñó algún tipo de papel en ese cambio de actitud del Señor, pues "testificó sobre los Observadores que habían pecado con las hijas de los hombres; él testificó contra todos". 

Y fue para protegerlo de la venganza de los Ángeles del Señor pecadores que "él fue retirado de entre los hijos del hombre y llevado al Jardín del Edén". 

Específicamente mencionado como uno de los cuatro lugares de Dios en la Tierra, el Jardín del Edén fue el lugar donde Enoc se escondió y escribió su Testamento.

Noé, el hombre íntegro escogido para sobrevivir al diluvio, nació después de esos acontecimientos. 

Su nacimiento, ocurrido en épocas turbias, cuando los "hijos de los dioses" se relacionaban sexualmente con las mortales, causó una crisis conyugal en la familia. 

Como el Libro de Enoc nos cuenta, Matusalén "escogió una mujer para su hijo, Lamec, y ella se embarazó y dio a la luz un hijo". 

Sin embargo, cuando el bebé -Noé - nació, había algo de raro: 

Su cuerpo era blanco como la nieve y rojo como el desabrochar
de una rosa;
sus cabellos y largos rizos eran blancos como la nieve;
sus ojos eran bellos.
Cuando él abrió los ojos, iluminó la casa toda como el sol
y la casa quedó muy brillante.
Cuando la partera lo irguió, él abrió la boca y conversó
con El Señor de la Justicia.

Chocado, Lamec corrió hacia su padre, Matusalén, y habló: 

Engendré un hijo extraño, diferente del hombre y parecido a los
hijos del Dios del Cielo,
su naturaleza es diversa, él no es semejante a nosotros...

Y parece que no se originó de mí, sino de los ángeles. Desconfiando de que su mujer hubiera sido preñada por uno de los ángeles, Lamec tuvo una idea: Ya que su abuelo, Enoc, estaba viviendo entre los hijos de los dioses, ¿por qué no pedirle ir al fondo de la cuestión? 

Entonces, dirigiéndose a Matusalén, rogó: "Y ahora, mi padre, te pido e imploro que busques a Enoc, tu padre, y de él me quede sabiendo la verdad, pues su morada es entre los ángeles".

Matusalén atendió al pedido de Lamec y, al llegar a la Morada Divina, llamó a Enoc y le contó sobre el nacimiento de aquel niño raro. 

Después de hacer algunas indagaciones, Enoc garantizó a Matusalén que Noé era realmente hijo de Lamec y que su aspecto raro anunciaba que algo estaba por venir: 

"Habrá un gran diluvio y una enorme destrucción durante un año, y sólo ese hijo, que deberá recibir el nombre de Noé ("Descanso"), y su familia serán salvos". Esos acontecimientos del futuro, explicó Enoc a su hijo, yo los leí en las tablas celestiales.

El término empleado en esas escrituras antiguas, aunque exbíblicas, para designar a los "hijos de los dioses" envueltos en tonterías antediluvianas, es Observadores. 

Se trata del mismo término, Neter, que los egipcios usaban para los dioses y es el significado exacto del nombre Shumer, el lugar de su aterrizaje.

Los varios libros antiguos que lanzan esa nueva luz sobre los dramáticos eventos antediluvianos fueron preservados en varias versiones que son todas sólo traducciones (directas o indirectas) de originales hebraicos hoy muy perdidos. 

Sin embargo, su autenticidad fue confirmada por el famoso descubrimiento de los Manuscritos del Mar Muerto, acontecida hace pocas décadas, pues entre ellos había fragmentos de pergaminos que a buen seguro eran parte de los originales en hebraico de esas "memorias de patriarcas".

De particular interés para nosotros es un fragmento que trata del nacimiento de Noé, del cual podemos aprender el término original hebraico que ha sido traducido como "Observadores" o "Gigantes", no sólo en versiones antiguas, sino incluso por eruditos modernos, como T. H. Gaster (The Dead Sea Scriptures) y H. Dupont-Sommer (The Essene Writings from Qumran).

Según esos estudiosos, la columna II de ese fragmento comienza así:

Vea, pensé en mi corazón que la concepción era de uno de los
Observadores,
uno de los Santos, y
(que el niño realmente pertenecía) a los
Gigantes.
Y mi corazón cambió dentro de mí a causa del niño.
Entonces yo, Lamec, me apresuré y fui la Bath-Enosh (mía)
mujer, y le dije:
[Quiero que jures] por el Altísimo, por el Señor Supremo,
el rey de todos los mundos,
El gobernante de los Hijos del Cielo,
que tú me contarás con verdad si...

Sin embargo, cuando examinamos el original en hebraico, vemos que él no dice "Observadores", sino Nefilim - el exacto término usado en el Libro del Génesis, Capítulo 6.




Así, textos y leyendas antiguas se confirman unos a los otros: La época antes del diluvio fueron los días en que "Los Nefilim estaban sobre la Tierra - los Poderosos, el Pueblo de los Cohetes".

En las palabras de las Listas de Reyes Sumerios, el diluvio "barrió" la Tierra 120 shars (120 órbitas de 3.600 años) después del primer aterrizaje de los astronautas, lo que lo coloca cerca de 13 mil años atrás. 

Fue exactamente la época cuando la última Edad del Hielo terminó abruptamente, cuando comenzó la agricultura; 3.600 años después vino la Nueva Edad de la Piedra (como la llaman los eruditos), la edad de la cerámica. 

Entonces, 3.600 años después, la civilización en su todo floreció en la "llanura entre los ríos", en la Sumeria.

"Todo el mundo se servía de una misma lengua y de las mismas palabras", dice el Libro del Génesis. 

Sin embargo, luego que el pueblo se estableció en el país de Sennar (Sumeria) y construyó casas de adobe, él conspiró para "construir una ciudad y una torre cuyo ápice penetre en los cielos".

Los textos sumerios de los cuáles fue extraído ese relato bíblico aún no han sido encontrados. 

Sin embargo, encontramos alusiones al evento en varias leyendas sumerias. Lo que emerge es un aparente esfuerzo por parte de Ea para conseguir el apoyo de la humanidad con el objetivo de asumir el control de las instalaciones espaciales de los Nefilim - un incidente más del feudo entre los dos hermanos, que a esa altura se había propagado hacia sus descendientes. 

Como resultado de ese evento, según nos cuenta la Biblia, Dios decidió dispersar a la humanidad y "confundir" sus lenguajes, o sea, darle civilizaciones diferentes y separadas.

Las deliberaciones de los dioses en la era que siguió al diluvio son mencionadas en varios textos sumerios.

La llamada Epopeya de Etana declara:

Los Grandes Anunnaki que decretan el destino se quedaron
cambiando impresiones acerca de la Tierra.
Ellos que crearon las cuatro regiones, que fundaron los
pueblos, que supervisan la Tierra, estaban altos demasiados
para la Humanidad.

La decisión de establecer cuatro regiones separadas en la Tierra fue combinada con la resolución de instalar intermediarios (reyes-sacerdotes) entre los dioses y la Humanidad. 

Y así "nuevamente la realeza fue descendida a la Tierra, venida del cielo".

En el esfuerzo - que probó ser inútil - para poner un fin o disminuir las desavenencias entre las familias de Ea y Enlil, los dioses hicieron un sorteo entre ellas para determinar quien se quedaría con el dominio de cada región. 

Como resultado, Asia y Europa fueron entregues la Enlil y sus descendientes, y Ea recibió África.

La primera región de la civilización fue la Mesopotamia y las tierras adyacentes. 

El área montañosa donde comenzó la agricultura y el poblamiento, los países que vinieron a ser conocidos como Elam, Persia y Asiria, fueron concedidos al hijo de Enlil, NIN.UR.TA, su heredero y "Principal Guerrero".

Algunos textos sumerios cuentan los heroicos esfuerzos de ese dios para represar los desfiladeros y garantizar la supervivencia de sus súbditos humanos en los duros tiempos que se siguieron al diluvio.

Cuando las capas de lodo que cubrían la llanura entre los dos ríos secó lo suficiente para permitir el repoblamiento, la Sumeria y las tierras que de ahí se extendían hacia el oeste, hasta el Mediterráneo, fueron entregadas a otro hijo de Enlil, NAN.NAR (Sin en acadiano). 

Un dios benevolente, él supervisó la reconstrucción de la Sumeria, reedificando las ciudades antediluvianas en sus lugares originales y fundando otras. 

Entre estas últimas estaba su favorita, Ur, la ciudad donde nació Abraham. 

Nannar era siempre dibujado acompañado por el símbolo de la luna creciente, su "contraparte" celestial.




Al hijo más nuevo de Enlil, ISH.KUR (que los acadianos llamaban de Adad), le dieron las tierras al noroeste, Asia Menor y las islas del Mediterráneo, de donde la civilización - "realeza" - acabó esparciéndose para Grecia. 

Tal como vino a acontecer con Zeus en Grecia, Adad era retratado montando un toro y cogiendo un fajo de rayos.

Ea también dividió la segunda región, África, entre sus hijos. 

Se sabe que uno de ellos, llamado NER.GAL, reinó sobre las áreas más meridionales del continente. 

Otro hijo, GI.BIL, aprendió con el padre los artes de la minería y metalurgia, y asumió el control de las minas africanas. 

Un tercer hijo, el favorito de Ea, recibió de él el nombre de MAR-DUK, en homenaje a su planeta natal, y aprendió con el padre todo el conocimiento de las ciencias y astronomía. 

(cerca de 2.000 a.C., Marduk usurpó la soberanía de la Tierra y fue declarado Dios Supremo de la Babilonia y "de los Cuatro Cantos de la Tierra".) 

Y, como ya vimos, un cuarto hijo de Ea, cuyo nombre egipcio era Ra, presidió la implantación del núcleo básico de esa región, la civilización del valle del Nilo.

La tercera región, como fue descubierto hace sólo cincuenta años, quedaba en el subcontinente de la India. 

Allá también una gran civilización creció en la Antigüedad, cerca de mil años después de la Sumeria. 

Ella es llamada civilización del valle del Indo y su centro era una ciudad real desenterrada en un lugar llamado Harapa. 

Su pueblo prestaba homenaje no a un dios, sino a una diosa, retratándola en estatuillas de yeso como una mujer seductora, adornada con collares y los senos destacados por franjas que cruzaban su cuerpo.

Como la escritura de la civilización del Indo permanece indescifrada, nadie sabe por qué nombre los harapanos llamaban su diosa o quién ella era exactamente. Concluyo, sin embargo, que ella era la hija de Sin, a quien los sumerios llamaban de IR.NI.NI ("La Dama Fuerte y Perfumada") y los acadianos de Ishtar. 

Los textos sumerios hablan del dominio de esa diosa sobre un país lejano llamada Arata, una tierra con cosechas de granos y graneros, tal como Harapa para donde ella hacía viajes aéreos, vestida de piloto.

Fue la necesidad de un espacio-puerto que resultó en la separación de una cuarta región para uso exclusivo de los Grandes Anunnaki. 

Todas las instalaciones espaciales de la época en que habían llegado a la Tierra - el espacio-puerto en Sippar, el Centro de Control de la Misión en Nippur - fueron arrasadas por el diluvio. 

La llanura de la Mesopotamia quedaba en un área de baja altitud y continuaría lodosa por milenios, impidiendo la reconstrucción de esos complejos vitales. 

Otro lugar, más elevado y sin embargo adecuado, alejado y sin embargo accesible, tenía que ser encontrado para el espacio-puerto y sus instalaciones auxiliares. 

Sería una "zona sagrada" - un área restricta, en la cual sólo se entraría con permiso especial. 

En sumerio era llamada de TILDE.MUN - literalmente, la "Tierra de los Misiles".

Quien se quedó a la cabecilla de ese espacio-puerto postdiluviano fue el hijo de Sin, y así neto de Enlil, un hermano gemelo de Irnini/Ishtu. 

Su nombre era UTU ("El Brillante") - Shamash en acadiano. 

Fue él quien lideró con éxito la Operación Diluvio - la evacuación de Sipar. 

Siendo el jefe de los hombres del espacio basados en la Tierra, los "Águilas", él orgullosamente usaba su uniforme de águila en las ocasiones formales.

Los días antes del diluvio, según decían las tradiciones, algunos pocos mortales escogidos habían conseguido despegar del espacio-puerto: Adapa, que perdió la oportunidad de hacerse inmortal, Enmeduranki, a quien los dioses Shamash y Adad transportaron a la Morada Celestial para ser iniciado en los secretos sacerdotales (y después devuelto a la Tierra), y también Ziusudra ("Sus Días de Vida Prolongados"), héroe del diluvio, que, junto con su mujer, fue llevado para vivir en Tilmun.

En la época post-diluviana, decían los registros sumerios, Etana, uno de los primitivos gobernantes de Kish, fue llevado de Shem para la Morada de los Dioses, donde le sería concedida la Planta del Rejuvenecimiento y Nacimiento (pero él también se quedó demasiado asustado para completar el viaje).



Y el faraón Tutmés III afirmaba en sus inscripciones que el dios Ra lo había llevado para lo alto, le había mostrado los cielos y después lo había devuelto a la tierra:

Él me abrió las puertas del Cielo.
Abrió para mí los portales de su horizonte.
Volé hacia el firmamento como un halcón divino...
Para poder ver sus misteriosos modos en el Cielo...
Me sacié con la comprensión de los dioses.

En los recuerdos posteriores de la Humanidad, el Shem fue venerado como un obelisco y el cohete espacial saludado por "Águilas" dio lugar a un sagrado "Árbol de la Vida". 

Pero en la Sumeria, donde los dioses eran una realidad presente - tal como en Egipto, cuando reinaron los primeros faraones -, Tilmun, la "Tierra de los Misiles", era un lugar real, un lugar donde el hombre podía encontrar la inmortalidad.






Y allá, en la Sumeria, ellos registraron la historia de un hombre que, sin ser invitado por los dioses, partió para revertir su destino, a pesar de todo.




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