domingo, 27 de septiembre de 2015

Parte 4: LA ESCALERA AL CIELO. (Escalera al Cielo)








Escalera al Cielo (segundo libro).
Parte 4: LA ESCALERA AL CIELO.
ZECHARIA SITCHIN
1980, Nueva York, USA.










Imaginémonos en el magnífico templo funerario del faraón.

Después de que hayan momificado y preparado el cuerpo, los sacerdotes Shem ahora cantan para los dioses, pidiéndoles para abrir un camino y portones.




El mensajero divino ya llegó al otro lado de la puerta falsa, pronto a ayudar el faraón a pasar por la pared de piedra e iniciarlo en su viaje.

Al pasar por la puerta falsa en el lado este de la tumba, el Ka del faraón recibía instrucciones sobre el rumbo que debería tomar.

Para no haber equívocos, él era explícitamente alertado para no seguir hacia oeste.

"Los que para allá van, jamás vuelven!"

Su destino era el Duat, en la Tierra de los Dioses de la Montaña. Allá, él entraría en la "Gran Casa de los Dos... la Casa de Fuego", donde, durante una "noche de años sumados", sería transformado en un Ser Divino, ascendiendo "para el lado este del cielo".

El primer obstáculo en la ruta del faraón era el lago de Juncos, una gran área pantanosa constituida por una serie de lagunas contiguas.




En términos simbólicos, él tenía la bendición de su dios guardián, que separaría las aguas del lago para facilitarle la travesía.

En términos prácticos, el viaje por los pantanos sólo sería posible porque en el lago estaba el Barquero Divino que transportaba a los dioses en un barco construido por Khnum, el Divino Artesano.

El barquero, sin embargo, se quedaba estacionado en el otro margen del lago y el faraón encontraba gran dificultad en convencerlo de que tenía derecho de ser subido y transportado.

El barquero interrogaba el faraón sobre sus orígenes.

¿Era realmente hijo de un dios o una diosa? ¿Tenía el nombre inscrito en el "Registro de los Dos Grandes Dioses"?

El rey explicaba su reivindicación de ser "semilla divina" y daba garantías de su identidad.

En algunos casos, sólo eso era el suficiente. En otros, el faraón necesitaba apelar a Ra o Thot para conseguir atravesar el lago, entonces el barco, remos y timón adquirían vida propia, tomados por fuerzas extrañas, y el rey sólo tenía que quedarse cogiendo el leme, que era autopropulsionado.

Bien, el hecho es que, de una forma o de otra, el faraón conseguía atravesar el lago y dirigirse hacia "Los Dos que Traen el Cielo más Cerca".

Él desciende para el barco, como Ra, en los márgenes de las
Aguas Meandrantes.
El rey rema en el barco Hanbu
Él coge el leme que lo lleva hacia la llanura de "Los Dos que
Traen el Cielo más Cerca",
En la tierra que comienza después del lago de Juncos.

El lago de Juncos quedaba situado en el margen este de los dominios de Horus. Después de él, se localizaban los territorios de su adversario, Set, las "tierras de Asia".

Como sería de esperarse en una frontera tan delicada, el faraón descubría que el margen este era patrullado por cuatro "guardas de travesía, aquellos que usan rizos en los lados de la cabeza".

El peinado de esos guardias era, a buen seguro, su característica más notable.

"Negros como carbón (los cabellos) eran arreglados en rizos en torno a la cabecilla, sienes y nuca, con trenzas en medio de la cabeza.”

Combinando diplomacia con firmeza, el faraón nuevamente confirmaba sus orígenes divinos, garantizando que fuera llamado por "mi padre, Ra".

Se cuenta que un rey usó de amenazas: "Retarden mi travesía y yo arrancaré sus rizos como se arrancan las flores de lotos de la laguna!"

Otro clamó a los dioses para que vinieran en su auxilio. El hecho es que, usando un expediente cualquiera, el faraón conseguía proseguir en su jornada.

El rey ahora deja las tierras de Horus. El lugar al este que intenta alcanzar, aunque él viaje bajo al amparo de Ra, queda en la "región de Set".

Su meta es un área montañosa, las Montañas del Este, y la ruta lo lleva hacia un pasaje entre dos montañas, "las dos montañas que se atemorizan delante de Set".

Sin embargo, el faraón primero necesita atravesar una región árida y estéril, un tipo de tierra de nadie entre los dominios de Horus y Set.

Es en ese punto que los versos de las elocuciones crecen en ritmo y urgencia, pues el rey está aproximándose al lugar Oculto, donde quedan situadas las Puertas del Cielo, y otros guardias vienen a interpelarlo: ¿"Adónde vas?”

Los protectores del Faraón responden por él: "Él va hacia el cielo para tener vida y alegría; para poder ver a su padre, para poder ver a Ra".

Mientras los guardias analizan el pedido, el propio faraón suplica: "Abran la frontera... inclinen la barrera... déjenme pasar como pasan los dioses".

Habiendo venido de Egipto, de las tierras de Horus, el rey y sus protectores reconocen la necesidad de prudencia.

En esa altura, muchos versos y elocuciones son empleados para dejar claro que el faraón es una persona neutra en la pelea entre los dioses.

Él es presentado tanto como "nacido de Horus, aquel delante de cuyo nombre la Tierra tiembla", como "concebido por Set, aquel delante de cuyo nombre el cielo tiembla".

El faraón enfatiza no solamente su afinidad con el dios Ra, padre de los dos, como también declara que viaja "al servicio de Ra", con eso crea un salvo-conducto venido de una autoridad más alta.

Con astuciosa equidistancia, los Textos de las Pirámides hacen ver a los grandes dioses que ellos tendrían interés en la continuación del viaje, pues Ra a buen seguro apreciaría a la ayuda dada a alguien viajando a su servicio.

Finalmente los guardias de la tierra de Set permiten que el faraón continúe en dirección al desfiladero.

Sus protectores se aseguran de que él está consciente de la importancia del momento:

Tú ahora estás a camino de los lugares altos
En la tierra de Set.
En la tierra de Set.
Tú serás colocado en los lugares elevados,
En aquel alto Árbol del Cielo del Este
Donde se sientan los dioses.

El rey llega al Duat.

El Duat era concebido como un Círculo de los Dioses, en cuya parte superior había una apertura hacia el cielo

(simbolizado por la diosa Nut), a través de la cual podía ser alcanzada la Estrella Inmortal (simbolizada por el Disco Celestial).

Algunas fuentes insinúan que en realidad esa área era un valle más oblongo u oval, cercado de montañas.

En el cual había un río que se dividía en muchos brazos, pero era poco navegable y la mayor parte del tiempo el barco de Ra tenía que ser jalado o moverse solo, como un "barco de tierra", un trineo.

El Duat tenía doce divisiones, descritas de manera variada con campos, llanuras, círculos murados, cavernas o salones, que comenzaban al nivel del suelo y continuaban tierra adentro.

El fallecido rey tenía solo doce horas para atravesar ese impresionante y encantado reino, lo que sólo era posible porque Ra colocaba a su disposición su barco o trineo mágico, donde él viajaba auxiliado por sus dioses protectores.

Había siete espacios o desfiladeros en las montañas que circundaban el Duat y dos de ellos estaban en las montañas al este de Egipto (es decir, en las montañas del lado oeste del Duat), que eran llamadas de "El Horizonte" o "El Chifre" del "Lugar Oculto".

El desfiladero que Ra hubo atravesado tenía 220 atru (cerca de 40 kilómetros) de largura y seguía el curso de un río.

El río, sin embargo, solía secarse y el barco de Ra necesitaba ser jalado.

El desfiladero era guardado y tenía fortificaciones "cuyas puertas eran fuertes".

El faraón, como indican algunos papiros, tomaba la ruta que llevaba para un segundo desfiladero, más corto, con cerca de 22 kilómetros de largo.

Los dibujos de los papiros lo muestran en el barco o trineo de Ra pasando entre dos picos de montañas.

En cada uno de esos picos está apostada una compañía de doce dioses guardianes. Los textos describen también un Lago de Agua Hirviente próximo a esa área, cuyas aguas, a despecho de su naturaleza flameante, son frías al toque.

Un fuego quema en el subsuelo. El lugar tiene un fuerte olor betuminoso o de "sodio", que aleja los pájaros.

Sin embargo, no muy lejos de allí, está representado un oasis con arbustos o árboles bajos.

Una vez vencido el desfiladero, el rey encuentra otras compañías de dioses guardianes. "Entre en paz", dicen ellos.

El faraón llega, así, a la segunda división del Duat.

Esa segunda división es llamada, debido al río que atraviesa, como Urnes, nombre que algunos estudiosos comparan con Urano, el dios de los cielos griego.

Con cerca de 22 por 50 kilómetros, esa división es habitada por personas de cabellos compridos que comen la carne de sus jumentos y dependen de los dioses para agua y sostén, pues el lugar es árido y los ríos están siempre secos.

Incluso la embarcación del propio Ra hubo necesitado transformarse en un "barco de tierra" para atravesarla.

Esa región está asociada al Dios de la Luna y a Hathor, la Diosa de la Turquesa.

Auxiliado por los dioses protectores, el faraón pasa a salvo por la segunda división y en la Tercera Hora alcanza Net-Asar, "el río de Osiris".

De tamaño similar al anterior, esa tercera división es habitada por los "Luchadores" y es en ella que están los cuatro dioses encargados de los cuatro puntos cardenales.

Las descripciones pictóricas que acompañan a los textos sorprendentemente muestran el río de Osiris como un curso de agua que corre mansamente por un área cultivada.





Después de pasar por entre una cadena de montañas, él se divide en afluentes. En ese punto, vigilada por los legendarios pájaros Fénix, queda la "Escalera para el Cielo", y el Barco Celestial de Ra es representado como estando en lo alto de una montaña o subiendo al cielo en ríos de fuego.

A esa altura, nuevamente aumenta el ritmo de las oraciones y Elocuciones. El rey invoca a sus "protectores mágicos" para que "este hombre de la Tierra pueda entrar en el Neter-Khert" sin ser incomodado.

El faraón se aproxima al Duat; él se encuentra cerca del Amen-Ta, el "Lugar Oculto".

Fue allá que Osiris subió para la Vida Eterna. Era allá que "Los Dos que Traen el Cielo más Cerca" estaban "contra el firmamento", como dos árboles mágicos. El faraón ofrece una plegaria a Osiris.

El título del capítulo en el Libro de los Muertos es: "Capítulo de Hacer Su Nombre Garantizado en el Neter-Khert".

Concédame mi Nombre en la Gran Casa de los Dos;
Que mi Nombre sea concedido en la Casa de Fuego.
En la noche de los años sumados y de la cuenta de meses,
Que yo sea un Ser Divino,
Que yo siente en el lado este del cielo.
Que el dios me empuje por atrás,
Eterno es su Nombre.

El faraón ya consigue avistar la "Montaña de Luz". Él llegó a la Escalera al Cielo.

Los Textos de las Pirámides dicen que ese lugar "era la escalera para alcanzars las alturas". Los escalones son descritos como "los escalones para el cielo, asentados para el rey, para que él pueda a través de ellos subir a los cielos".

El jeroglífico para la Escalera para el Cielo a veces es una única escalera (que también solía ser fundida en oro y usada con talismán) o más frecuentemente una escalera doble como una pirámide de escalones.

Esa Escalera para el Cielo fue construida por los dioses de la ciudad de An - localización del principal templo de Ra - para que pudieran "unirse con El Alto".

La meta del rey es la Escalera Celestial, una escalera de mano o Ascensor que lo transportará hacia lo alto.

Sin embargo, para llegar a ella, que se queda en la Casa de Fuego, la Gran Casa de los Dos, él necesita primero entrar en el Amen-Ta, la Tierra Oculta de Seker, dios de los Territorios Salvajes.

Esa región, llamada de País de las Tinieblas o Tierra de la Oscuridad, es descrita como un círculo fortificado que sólo puede ser alcanzado por la entrada en una montaña y el descenso por sus pasillos en espiral, protegidos por puertas secretas.

El faraón necesita ingresar en esa cuarta división del Duat, pero la entrada en la montaña es flanqueada por dos muros y el pasaje entre ellos está rodeada por llamaradas y protegida por dioses guardianes.

Cuando el propio Ra llega a la parte de acceso al Lugar Oculto, "él atenderá a los designios" - o sea, seguirá los procedimientos "de los dioses que se quedan allá dentro, usando sólo la voz, sin verlos".

Ora, y ¿podría la voz de un simple faraón resultar en la apertura de las puertas de esa división?

Los textos le recuerdan al rey que solamente "aquel que conoce la planta de los túneles escondidos que están en la Tierra de Seker" podrá viajar por el Lugar de los Pasajes Subterráneos y comer el pan de los dioses.

Una vez más el faraón presenta sus credenciales: "Soy el Toro, un hijo de los ancestrales de Osiris", proclama.

Entonces los dioses protectores pronuncian en su favor las palabras cruciales que le abrirán la entrada:

La admisión no es rechazada para ti En el portón del Duat;
Las puertas plegables de la Montaña de Luz
Están abiertas para ti;
Los cerrojos, por sí mismos, se abren para ti.
Tú pisas el Salón de las Dos Verdades;
El dios que allá está te saluda.

Pronunciada la fórmula o seña correcta, un dios llamado Sa emite una orden. A una palabra suya las llamas se extinguen, los guardias se alejan, las puertas se abren automáticamente y el faraón entra en el mundo subterráneo.

"La boca del suelo se abre para ti, la puerta este del cielo está abierta para ti", anuncian los dioses del Duat para el rey.

Ellos lo tranquilizan afirmando que, a pesar de estar entrando por la boca del suelo, aquello es de hecho el Portón para el Cielo, la tan ansiada puerta este.

El viaje durante la cuarta hora y las siguientes conduce al faraón a través de túneles y cavernas donde dioses con varias funciones a veces son vistos y en otras sólo oídos.

En ese lugar hay canales subterráneos, donde dioses navegan de un lado para el otro en barcos silenciosos.

Existen también luces fantasmagóricas, aguas fosforescentes, linternas que iluminan el camino. Al mismo tiempo encantado y aterrorizado, el rey prosigue en la dirección de los "pilares que alcanzan el cielo".

Los dioses que él ve a lo largo del camino están en su mayoría organizados en grupos de doce y son llamados de "Dioses de las Montañas", "Dioses de la Montaña de la Tierra Oculta" o "Dueños del Tiempo en la Tierra Oculta".

Los dibujos que acompañan algunos de los antiguos textos suministran la identificación de esos dioses por los diferentes cetros que cargan, lo que usan en la cabeza o entonces representando sus características animales.

Ellos tienen cabeza de halcón, chacal o león. Serpientes también aparecen bastante, representando guardias subterráneos o criados de los dioses en la Tierra Oculta.

Los textos y las antiguas ilustraciones sugieren que el faraón entró en un complejo que transcurre subterráneo, dentro del cual corre un gran túnel en espiral, que primero desciende y después sube.

Las representaciones, mostrando un corte transversal del área, presentan un túnel descendiente con cerca de 12 metros de altura, techo y piso lisos, ambos hechos de un material sólido, con un espesor de 50 a 90 centímetros.

El túnel está dividido en tres niveles y el rey avanza por el pasillo del medio. El superior e inferior son ocupados por dioses serpientes y estructuras para una variedad de funciones.

El trineo del rey, jalado por cuatro dioses, comienza a avanzar deslizando silenciosamente por el pasillo del medio; sólo una luz que sale de la proa del vehículo ilumina el camino.

Sin embargo, el pasaje se queda bloqueado por una divisoria en ángulo, lo que obliga el faraón a descender y continuar a pie.

Esa divisoria, como muestran las representaciones en sección transversal, es la pared de un pozo que corta los tres niveles de túneles (que tienen una inclinación de 15 grados) en un ángulo bien mayor, con aproximadamente 40 grados.

Ese pozo parece comenzar por encima de los túneles, tal vez al nivel del suelo, o más arriba dentro de la montaña, y da la impresión de terminar cuando alcanza el piso del túnel Inferior.

Ese pozo es llamado de Ra-Stau - "El Camino de las Puertas Ocultas" - y, de hecho, en el primero y segundo niveles hay espacios que podrían ser cámaras de compresión, con cierre neumático.

Según los textos, esas cámaras permiten que Seker y otros "dioses ocultos" pasen por ese pozo, a pesar de la "puerta no tener hojas".

El faraón, que descendió del trineo, pasa misteriosamente por la pared inclinada bajo el comando de algún dios, cuya voz activa la apertura neumática.

En el otro lado, él es recibido por representantes de Horus y Thot, y pasa de uno para el otro.




Continuando el descenso, el faraón ve "dioses sin rostro" - dioses cuyo rostro no pueden ser vistos.

Ofendido o sólo curioso, él suplica:

Descubrid vuestros rostros,
Quitad vuestros yelmos,
Cuando vinierais a mi encuentro.
Pues, mirad, yo [también] soy un dios poderoso,
Viniendo para estar entre vosotros.

Sin embargo, los dioses no atienden a la súplica y los textos explican que aún ellos, "esos seres ocultos, no ven ni encaran" a su propio jefe, el dios Seker, "cuando él mismo está bajo esa forma, cuando se encuentra dentro de su morada en el suelo".

Prosiguiendo su descenso en espiral, el faraón pasa por una puerta y se ve en el tercer nivel, el más profundo. Él entra en una antecámara, decorada con el emblema del Disco Celestial, y es saludado por el dios que en los textos es llamado de "El Mensajero de los Dioses" y por una diosa que usa el emblema emplumado de Shu, "Aquel que Reposó en el Firmamento sobre la Escalera para el Cielo".

Como está indicado en el Libro de los Muertos, el faraón proclama:

Salve, dos hijos de Shu!
Salve, hijos del lugar del Horizonte...¿Puedo subir?
¿Puedo proseguir viaje como Osiris?

La respuesta tiene que ser positiva, pues son esos dos dioses que dan pasaje al faraón, abriendo una puerta pesada y permitiendo su entrada en los pasillos que sólo los dioses ocultos pueden utilizar.

En la quinta Hora, el faraón alcanza las partes subterráneas más profundas, los caminos secretos de Seker. Siguiendo pasillos que suben y descienden, él no consigue ver al dios.





Los dibujos en sección transversal muestran a Seker como una persona con cabeza de halcón, en pie sobre una serpiente y teniendo dos alas dentro de una estructura oval completamente lacrada, situada en la parte más inferior del túnel, que es guardada por dos esfinges.

A pesar de que el rey no puede ver esa cámara, él oye "un ruido fuerte, como se oye en las alturas del cielo cuando él es perturbado por una tempestad", De la cámara lacrada vierte una laguna subterránea cuyas "aguas son como fuego".

Por su parte, tanto la cámara como la laguna están concluidas dentro de una estructura en forma de casamata, con una cámara de compresión compartimentada a la izquierda y una enorme puerta a la derecha.

Para mayor protección, se apiló tierra sobre la cámara vedada, Ese monte de tierra es encimado por una diosa, de la cual se ve sólo la cabeza, proyectándose en el pasillo por el que desciende el faraón.

El símbolo para escarabajo, que significa "rodar, venir a ser", conecta la cabeza de la diosa con un objeto o cámara redondeada que queda en el pasaje superior, en el cual están apostados dos pájaros.

Los textos y símbolos nos informan que, aunque Seker estuviera oculto, su presencia podía ser percibida incluso en la oscuridad a causa de un brillo “que sale de la cabeza y de los ojos del gran dios, cuya carne irradia luz".

Esa estructura tripla - diosa, escarabajo (Kheper) y cámara superior - aparentemente servía para permitir que el dios oculto fuera informado de lo que acontecía fuera de su cámara herméticamente cerrada.

El texto al lado del escarabajo dice: "Vean Kheper que, así que él (el barco?) es estirado para el alto de este círculo, se conecta con las costumbres del Duat. Cuando este dios está en la cabeza de la diosa, él habla palabras para Seker todos los días".

El pasaje del faraón por sobre la cámara oculta de Seker y la estructura a través de la cual era informado del evento era considerada una fase crucial del viaje. En la Antigüedad, los egipcios no eran los únicos en creer que cada fallecido enfrentaba un momento de juicio, un determinado instante donde sus hechos y corazón eran pesados y evaluados.

Dependiendo del resultado del juicio, el sucio o hipócrita era condenado a las Aguas Flamantes del infierno o bendecido para gozar de las aguas frescas y vivificantes del paraíso.

Según relatos muy antiguos, era en el pasaje por la cámara de Seker que acontecía el momento de la verdad para el faraón.

Hablando por el dios del Duat, la diosa, de la cual sólo se veía la cabeza, anunciaba la decisión favorable: "Ven en paz para el Duat... avanza en tu barco en el camino que queda dentro de la tierra".

Denominándose a sí misma de Ament ("La Oculta"), ella añadía "Ament te llama para el firmamento, como el Grande que está en el horizonte". Pasando por la prueba, no muriendo una segunda vez, el rey renacía.

Su camino ahora lo lleva hacia una hilera de dioses, cuya tarea sería castiga a los condenados, pero él prosigue, incólume. Vuelve a su barco o trineo y es acompañado por una procesión de dioses, de los cuales uno tiene el emblema del Árbol de la Vida.

El faraón fue considerado digno de Otra Vida.

Dejando la zona de Seker, el faraón entra en la sexta división, que es asociada a Osiris. (En ciertas versiones del Libro de los Portones, era en esa hora que Osiris juzgaba los muertos).

Dioses con cabeza de chacal, que "Abren Caminos", invitan al rey a dar uno baño refrescante en la laguna subterránea o lago de la Vida, como el propio Grande Dios hubo hecho al pasar anteriormente por allí.

Otros dioses, "que zumban como abejas", residen en zulos cuyas puertas van abriéndose solas mientras el faraón avanza.

A medida que él progresa, los epítetos de los dioses asumen una connotación más técnica. Allá están doce de ellos "que sostienen la cuerda en el Duat" y doce "que tienen el cordón de medir".

La sexta división es ocupada por una serie de cámaras muy próximas unas de las otras. Un camino curvo recibe el nombre de "El Camino Secreto del Lugar Oculto".

El barco del faraón es estirado por dioses vistiendo pieles de leopardo, exactamente como los sacerdotes Shem que conducen la ceremonia de Apertura de la Boca.

¿Estaría el rey aproximándose a la Apertura o Boca de la Montaña?

En el Libro de los Muertos, en ese punto los capítulos tienen títulos como: "El capítulo de oler el aire y conseguir fuerza".

El vehículo del faraón ahora "posee poderes mágicos... él viaja por donde no existe río y no hay nadie para jalarlo; él realiza eso por medio de palabras de poder", que salen de la boca de un dios.

A medida que el faraón va pasando para la séptima división, atravesando un portón guardado, los dioses y el ambiente van perdiendo sus características" subterráneas" y comienzan a asumir aspectos celestiales.

El rey encuentra al dios con cabeza de halcón, Heru-Her-Khent, que usa en la cabeza el emblema del Disco Celestial y cuyo nombre escrito en jeroglíficos incluye el símbolo de la escalera. Su tarea es "enviar a los dioses-estrella haci su camino y hacer a las diosas-constelación proseguir en su camino".

En las representaciones, ese grupo de doce dioses y doce diosas era mostrado junto con emblemas de estrellas.

Los cánticos para ellos eran dirigidos a los "dioses estrellados" ...

Que son divinos en carne, cuyos poderess mágicos tomaronvida...
Que se unen dentro de sus estrellas, que se yerguen para Ra...
Que sus estrellas guíen las dos manos de Ra para que él pueda
viajar en paz para el Lugar Oculto.

En esa división están presentes dos compañías de dioses asociados con Ben-Ben, el misterioso objeto de Ra guardado en su templo en la ciudad de An (Heliópolis). Ellos son "aquellos que poseen el misterio", que montan guardia al objeto dentro de la Het-Benben (La Casa del Ben-Ben), y ocho que guardan el lado de afuera, pero que también "entran dentro del Objeto Oculto".

En esa séptima división hay nueve objetos enfilados, representando el símbolo Shem que, escrito en jeroglíficos, significa "Seguidor".

El faraón ahora llega a las partes del Duat asociadas con An, el dios que dio nombre a la ciudad de Heliópolis.

En la Novena Hora él ve el lugar de reposo de los doce "Divinos Remadores del Barco de Ra", que operan el celestial "Barco de los Millones de Años" de Ra.

En la Décima Hora, después de pasar por un portón, el faraón entra en un lugar rebosante de actividad. La tarea de los dioses que allá están es suministrar Llamas y Fuego para el barco de Ra.

Uno de los dioses es llamado de "Capitán de los Dioses del Barco". Dos otros son aquellos "Que Ordenan el Curso de las Estrellas".

Ellos y otros dioses son pintados por uno, dos o tres símbolos para estrella, como indicando una patente cualquier relacionada con los cielos.

En el pasaje de la décima para la 11ª división, aumenta rápidamente la afinidad con los cielos. Los dioses ostentan emblemas de estrellas o del Disco Celestial.

Hay ocho diosas con emblemas de estrellas "que vinieron de la morada de Ra". El faraón ve la "Estrella Dama” y la "Estrella Caballero", y dioses cuya función es suministrar "fuerza para emerger" del Duat o "hacer el Objeto de Ra avanzar para la Casa Oculta en los Cielos Superiores".

Aquí también existen dioses y diosas cuya tarea es equipar el faraón para un viaje celestial "por sobre el firmamento".

Acompañado de otros dioses, él es impelido a entrar en una "serpiente”, dentro de la cual "se liberará de la piel", emergiendo después "bajo la forma de un Ra rejuvenecido". Algunos de los términos de los Textos de las Pirámides empleados en este tramo aún no están descifrados o comprendidos, pero el proceso puede ser claramente entendido: el faraón, habiendo entrado vestido como había llegado al Duat, ahora emerge como un halcón, "equipado como un dios".

Él pone en el suelo la ropa Mishdt; coloca en la espalda el "traje-marca"; quita su divina ropa Shuh y se pone el "collar del amado Horus", que es como "un collar en el cuello de Ra".

Hecho eso, "el rey se establece como un dios, está igual a ellos", y dice al dios que lo acompaña: "Si tú vas hacia el Cielo, el rey también va hacia el Cielo".

En esa altura, las ilustraciones de los antiguos textos muestran un grupo de dioses vestidos de manera rara, con monos justos adornados por bolas redondas.

Ese grupo es conducido o dirigido por un dios con el emblema del Disco Celestial sobre la cabeza, que anda con los brazos estirados entre las alas de una serpiente que tiene cuatro piernas humanas.

Contra un fondo estrellado, dios y serpiente miran hacia otra serpiente que, aunque sin alas, claramente vuela mientras carga sentado en su dorso al dios Osiris.

Después de haber sido adecuadamente equipado, el rey es llevado para una apertura en el centro de una pared semicircular.

Él pasa por la puerta oculta y ahora avanza por un túnel que tiene "1.300 cúbitos (aproximadamente 650 metros) de largura", llamado de "Amanecer en el Final". El faraón llega a un vestíbulo; emblemas del Disco Alado son vistos por doquier.

Él encuentra "diosas que lanzan luz sobre el camino de Ra" y un cetro mágico que representa a "Set, el Observador".

Los dioses explican al impresionado faraón: Esta caverna es el amplio salón de Osiris

En el cual es traído el viento;
El viento norte, refrescante,
Te erguirá, oh, rey, como a Osiris.

Ahora el faraón está en la décima segunda división, en la hora final del viaje. Ella es el "límite máximo de la espesa oscuridad".El punto que el rey alcanzó es llamado de "Montaña del Ascenso de Ra".

Él mira para arriba y se sorprende: el Barco Celestial de Ra está delante de sus ojos en toda su impresionante majestad.

El rey ahora está junto a un objeto que recibe el nombre de "El Ascensor hacia el Firmamento". Algunos textos sugieren que el propio Ra preparó el Ascensor para el faraón, "de modo que el rey pueda subir en él a los cielos"; otros dicen que el Ascensor fue hecho o montado por varios dioses.

Él también es "el Ascensor que transportó a Set" en la dirección de los cielos. Como Osiris sólo consiguió alcanzar el firmamento con ese Ascensor, él también es necesario para que el faraón pueda ser trasladado, tal como el gran dios, para la vida eterna.

El Ascensor o Escalera Divina no era una escala cualquiera. Dicen los textos que ella estaba amarrada con cabos de cobre: "sus tendones son cómo los del Toro del Cielo". Las "partes en pie en los dos lados" eran cubiertas de un tipo de "piel"; los escalones eran tallados en Sesha (significado desconocido); y una "grande escora fue colocada bajo él por Aquel que Amarra".

Las ilustraciones del Libro de los Muertos muestran una Escalera Divina semejante, a veces con la señal Ankh ("Vida") extendiéndose simbólicamente hacia el Disco Celestial en el firmamento, bajo la forma de una torre alta, con una superestructura.

Estilizada, la torre también aparece en los jeroglíficos ("Ded") y significa "Eternidad".

Ese símbolo estaba especialmente asociado a Osiris, pues se cuenta que delante de su templo, en Abidos, había un par de Ded para acordarse de los dos objetos que se quedaban en la Tierra de Seker y posibilitaban la subida del dios al cielo.





Una larga Elocución de los Textos de las Pirámides es al mismo tiempo un himno al Ascensor o "Escalera Divina" y una plegaria para que ella sea concedida al faraón Pepi:

Saludos, divino Ascensor;
Saludos, Ascensor de Set.
Se queda en pie, Ascensor de dios;
Se queda en pie, Ascensor de Horus por el cual Osiris fue hacia
el cielo...
Señor del Ascensor...
Para quien daréis la Escalera de dios?
Para quien daréis la Escalera de Set,
De modo que Pepi pueda por ella subir al cielo y prestar
servicio como cortesano de Ra?
Permita que la Escalera de dios sea dada a Pepi;
Permita que la Escalera de Set sea dada a Pepi para que Pepi
pueda por ella subir al cielo.

El Ascensor era operado por cuatro hombres-halcón, los "Hijos de Horus" (el dios-halcón, que eran "los marineros del barco de Ra".

Esos cuatro jóvenes también recibían el nombre de "Hijos del Firmamento" y eran ellos "que vienen del lado este del firmamento... que preparan dos boyas para el rey, para que él pueda así subir hacia el horizonte, hacia Ra".

Eran esos cuatro chicos que "juntaban" montaban, preparaban - el Ascensor para el faraón. "Ellos traen el Ascensor... ellos preparan el Ascensor... ellos levantan el Ascensor para el rey... para que el rey pueda subir por él a los cielos.” El faraón hace una plegaria:

Que mi "Nombre" me sea dado en la Gran Casa de los Dos;
Que mi "Nombre" me sea llamado en la Casa de Fuego, en la
noche de los Años Sumados.

Algunas ilustraciones muestran al faraón recibiendo un Ded - la Eternidad. Bendecido por Isis y Néftis, él es llevado por un dioshalcón hasta un Ded semejante a un cohete, equipado con aletas.

La plegaria del faraón suplicando la "Eternidad", un "Nombre", una "Escalera Divina", fue atendida. Ahora él está para comenzar su efectiva subida a los cielos.

Aunque el faraón haya pedido una única Escalera Divina, dos Ascensores son enhiestos. Tanto el "Ojo de Ra" como el "Ojo de Horus" son preparados y colocados en posición, uno en la" ala de Thot" y el otro en la "ala de Set".

Los dioses explican al perplejo faraón que el segundo barco es para el "hijo de Aten", un dios que vino del Disco Alado - tal vez el mismo con el cual el faraón conversó en la "cámara de equipamiento".

El Ojo de Horus está montado
Sobre el ala de Set.
Los cabos están amarrados.
Los barcos están montados.
Que el hijo de Aten no se quede sin barco.
El rey está, con el hijo de Aten;
Él no está sin barco.

"Equipado como un dios", el faraón es ayudado por dos diosas "que cogen sus cabos" para que él pueda subir en el ojo de Horus.

El término "Ojo" (de Horus, de Ra), que poco a poco fue sustituyendo la palabra Ascensor o Escalera, ahora está, cada vez más siendo desplazado por la palabra "barco". El "ojo" o "barco" donde el faraón entra, tiene cerca de 770 cúbitos (aproximadamente 350 metros) de largo.

Un dios encargado de ese barco está sentado en su proa. Él recibe la orden: "Lleva a este rey contigo en la cabina de tu barco".

Mientras el rey "desciende para el poleiro" - un término que indica un lugar elevado, como el que los pájaros usan para reposar - él consigue ver el rostro del dios que comanda la cabina "pues el rostro del dios está abierto". El faraón "se sienta en el divino barco", entre dos dioses; el banco es llamado "Verdad que hace vivo".

"Dos cuernos" se proyectan de la cabeza (o casco) del faraón; "él prende en sí aquello que salía de la cabeza de Horus".

El faraón está conectado, pronto para la acción. Los textos que tratan del viaje de Pepi I hacia la Otra Vida describen ese momento: "Pepi está usando los trajes de Horus, las ropas de Thot; tiene a Isis delante de él y a Néftis atrás; Ap-uat, el que Abre Caminos, abrió una vía para él; Shu, El que Coge el Firmamento, lo levantó; los dioses de An lo hacen subir a la Escalera y lo colocan delante del firmamento; Nut, la diosa del firmamento, extiende la mano para él".

El momento mágico llegó. Bastan sólo que dos puertas sean abiertas y el faraón - como Ra y Osiris anteriormente - emergerá triunfante del Duat y su barco navegará en las Aguas Celestiales. Él ora en silencio:

"Oh, Altísimo... tú, Puerta del Cielo; el rey vino a ti; haga que esa puerta se abra para él", Los dos "pilares Ded están en pie", erectos, inmóviles.

Entonces, súbitamente, "las Puertas Dobles del cielo se abren!" El texto explota en manifestaciones de éxtasis:

La Puerta para el Cielo está abierta!
La Puerta para el Cielo está abierta!
La apertura de las ventanas celestiales está abierta!
La Escalera para el Cielo está abierta;
Los Escalones de Luz son revelados...
La Puerta Doble para el Cielo está abierta;
La Puerta Doble del Khebhu está abierta para Horus del este, al
amanecer.

Dioses-mono, simbolizando la luna menguante ("El Amanecer"), comienzan a pronunciar "palabras mágicas de poder que harán el esplendor salir del Ojo de Horus". El "esplendor" - que ya fue relatado como siendo la característica más destacada de la Montaña de Luz, con sus dos picos - se intensifica:

El dios-firmamento fortaleció el esplendor para que el rey
pueda elevarse al Cielo como el Ojo de Ra.
El rey está en este Ojo de Horus, donde es oída la orden de los
dioses.

El "Ojo de Horus" comienza a cambiar de memoria, pasando del azul para el rojo. Hay mucha actividad y agitación por doquier:

El Ojo de Horus está rojo de cólera.
Su poder nadie soporta.
Sus mensajeros se apresuran, su pasillo aprieta el paso.
Ellos anuncian a aquel que yergue el brazo en el este: "deja a
este pasar".
Que el rey ordene a los padres, los dioses:"
Silenciad... colocad las manos en la boca...parad en la puerta
del horizonte, abrid las
Puertas Dobles (del Cielo)".

El silencio es quebrado. Ahora hay sonido y furia, rugidos y estremecimiento:

El Cielo habla, la Tierra tiembla;
La Tierra tiembla;
Las dos agrupaciones de dioses gritan;
El suelo se abre...
Cuando el rey asciende al Cielo cuando él pasa por sobre la
bóveda
(en la dirección del Cielo)...
La Tierra ríe, el firmamento sonríe cuando el rey asciende al
Cielo.
El Cielo grita de alegría por él;
La Tierra estremece por él.
La tempestad rugiente lo impele.
Ella ruge como Set.
Los guardianes de las partes del Cielo
Abren las puertas del Cielo para él.

Entonces, "las dos montañas se dividen" y hay el lanzamiento en la dirección del cielo nebuloso del amanecer, en el cual ya no se ven las estrellas nocturnas:

El firmamento está encubierto, las estrellas oscurecieron.
Los arcos están agitados, los huesos de la Tierra tiemblan.

En medio de la agitación, rugidos y estremecimientos, el "Toro del Cielo" ("cuya barriga está llena de magia") se yergue de la "Isla de la Llama". Entonces cesa la barahúnda y el faraón está en lo alto - "surgiendo como un halcón":

Ellos vieron al rey surgir como un halcón, como un dios;
Para vivir con sus padres, alimentarse con sus madres...
El rey está en el Toro del Cielo... cuya barriga es llena de magia
de la
Isla de la Llama.

La Elocución 422 habla con elocuencia de ese momento:

Oh, este Pepi!
Tú partiste
Tú eres un Glorioso, poderoso como un dios, sentado como
Osiris!
Tu alma está dentro de ti;
Tu Poder ("control”) tienes atrás de ti;
Tu cabeza la corona-Misut está junto de tu mano.
Tú asciendes hacia tu madre, la diosa del Cielo

Ella coge tu brazo, ella te muestra el camino para el horizonte,
hacia el lugar donde está Ra.
Las Puertas Dobles del Cielo están abiertas para ti.
Las Puertas Dobles del Cielo están abiertas para ti.
Tú subes, oh, Pepi... equipado como un dios.

(Una ilustración en la tumba de Ramsés IX sugiere que las Puertas Dobles eran abiertas inclinándolas para afuera, movimiento conseguido con la manipulación de ruedas y poleas operadas por seis dioses en cada hoja.




Así, por la apertura en formato de embudo, el gigantesco halcón construido por las manos del hombre podía emerger).

Con gran satisfacción delante de esa hazaña del faraón, los textos anuncian a sus súbditos: "Él, que vuela, está volando; este rey Pepi vuela hacia lejos de vosotros, mortales. Él no es de la Tierra, él es del Cielo... Este rey Pepi vuela como una nube hacia el firmamento, como un pájaro del alto del mástil; este rey Pepi besa el firmamento como un halcón; él alcanza el firmamento del dios del horizonte".

El faraón, continúan los Textos de las Pirámides, ahora está “en el Cargador del Firmamento, aquel que sostiene las estrellas; en el interior de la sombra de las Paredes de Dios, él cruza el firmamento".

El faraón no sólo está volando; él orbita la Tierra:

Él envuelve el firmamento como Ra,
Él vuela por el firmamento como Thot...
Él viaja sobre las regiones de Horus,
Él viaja sobre las regiones de Set...
Por dos veces él rodeó completamente los cielos,
Él giró sobre las dos tierras...
El rey es un halcón que ultrapasó los halcones;
Él es un Grande halcón.

(Un verso de los textos afirma también que el rey "cruza el firmamento como Sunt, que corta los cielos nueve veces en una noche", pero el significado del término Sunt y, por lo tanto, la comparación, continúan indescifrados.)

Aún sentado entre "esos dos compañeros que viajan por el firmamento" el rey vuela hacia el horizonte oriental, muy lejos en el cielo.

Su destino es el Aten, el Disco Alado, que también es llamado de Estrella Inmortal. Las oraciones, ahora, se centran en hacerlo llegar con seguridad al Aten: "Aten, déjalo ascender a ti; envuélvelo en tu abrazo", entonan los textos, hablando en pro del faraón.

Como el Aten es la morada de Ra, las plegarias buscan garantizar bienvenidas para el rey, presentándolo en su llegada a la Morada Celestial como un hijo volviendo hacia el padre:

Ra del Aten
Tu hijo vino a ti;
Pepi viene a ti;
Permiea que él ascienda hacia ti;
Envuélvalo en tu abrazo.

Ahora "hay un clamor en el cielo: 'Vemos una nueva cosa', dicen los dioses celestiales, 'un Horus en los rayos de Ra’.” El faraón - "al camino del Cielo, en el viento" - "avanza en el Cielo, corta el firmamento", esperando ser bien recibido en su destino.

El viaje celestial durará ocho días: "Cuando la hora de que la mañana venga, la hora del octavo día, el rey será convocado por Ra"; los dioses que guardan la entrada del Aten o de la morada de Ra lo dejarán pasar, pues el propio Ra estará esperando en la Estrella Inmortal:

Cuando esa hora del mañana llega...
Cuando el rey estuviera allá, en la estrella que queda en el lado
inferior del Cielo, él será considerado un dios, oído como un
príncipe.
El rey los llamará;
Ellos vendrán, aquellos cuatro dioses que están en pie en los
cetros-Dam del Cielo, para que puedan decir el nombre del rey
para Ra, anunciar su nombre
Horus de los Horizontes:
Él vino a ti!
El rey vino a ti!

Navegando en el "lago que es el cielo" el faraón llega cerca "de las playas del cielo". Mientras va aproximándose, los dioses de la Estrella Inmortal anuncian como esperado: "Él llegó... Ra le dio su brazo en la Escalera para el Cielo. 'Aquel que Conoce el Lugar' viene, dicen los dioses". Allá en los portones del Palacio Doble, Ra de hecho aguarda el faraón:

Tú encuentras a Ra parado allá;
Él te salude, coge tu brazo;
Él te conduce para el celestial Palacio Doble;
Él te coloca en el trono de Osiris.

Y los textos anuncian: "Ra cogió al rey para sí, para el Cielo, en el lado este del Cielo... el rey está en aquella estrella que irradia en el Cielo".

Ahora falta un último detalle. En la compañía de "Horus del Duat”, descrito como "el grande y verde divino halcón", el faraón parte para encontrar el Árbol de la Vida en el centro del lugar de las Ofrendas.

"Este rey Pepi va hacia el Campo de la Vida, el lugar de nacimiento de Ra en los cielos. Ve Kebehet aproximándose a él con los cuatro jarros que usa para refrescar el corazón del Gran Dios el día en que él se despierta.

Ella refresca el corazón de este rey Pepi y así lo refresca para la vida!” Misión cumplida, los textos anuncian con júbilo:

Salve este Pepi!
Toda la vida que satisface te es dada;
"La eternidad es tuya", dice Ra...
Tú no pereces, tú no falleces para siempre jamás.

El rey subió a la Escalera al Cielo; él llegó a la Estrella Inmortal; su tiempo de vida es la inmortalidad, su límite la eternidad.




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